'En Francia están mis raíces y en España mi corazón'
Tras su salida de Dominio de Atauta, la bodega que cofundó en la localidad soriana de Atauta, Bertrand Sourdais cerró una puerta pero abrió una ventana. Un nuevo proyecto le estaba esperando a tan solo 6 kilómetros, en San Esteban de Gormaz. Allí se enamoró una vez más de una parcela en la Soria fría y extrema y fundó bodegas Antídoto. Bertrand cuenta con una visión global del negocio, ya que elabora tanto en nuestro país como en su Francia natal. Su Le Rosé de Antídoto 2016 se alza este año como Mejor Rosado en La Guía Vivir el Vino. Su experiencia y pasión lo han convertido en el gran “vigneron” de tierras de Soria.
¿Qué hace un francés como tú, de Chinon, en la Soria extrema y fría?
Me lo han preguntado muchas veces. Estoy aquí gracias a la familia Palacios, que hoy en día son mi familia en España. Estudié en Francia con Ricardo Palacios (sobrino de Álvaro Palacios) a finales de los 90 y un fin de semana me invitó a Alfaro (La Rioja). Allí descubrí que España era más que paella y fiesta. Venía del Loira, del clima atlántico y lluvioso, donde los viticultores tienen que trabajar en el viñedo para que no produzca demasiado. Aquí era todo lo contrario. Cuando volví a Francia me di cuenta de que quería volver a España. Álvaro me recomendó Soria, en concreto, San Esteban de Gormaz, que él conocía muy bien de sus viajes con su padre. Y aquí estoy.
En ambos países “disfrutas” de condiciones extremas ya que tanto Soria (Castilla y León) como Chinon (Loira) son zonas muy frías ¿Qué aporta eso a los vinos?
Es lo que estaba buscando. No quería vinos super concentrados, sino finos y eso se consigue, a mi parecer, en zonas frías. Soria tiene mucho potencial, además teniendo en cuenta el cambio climático. Antes podía ser una zona donde la maduración de las uvas era un poco justa, pero ahora es perfecta. En el Loira pasaba lo mismo, había añadas que la uva no llegaba a madurar pero ahora es una zona privilegiada. Por otro lado, Soria cuenta solo con el 5% del viñedo de la Denominación pero todo lo que tiene es viejo. Eso se traslada al vino, porque un viñedo viejo te transmite la parte genética, la sabiduría, la historia de una viña que tiene cien años.
El viñedo es la base de todo gran vino. En los últimos meses muchas Denominaciones están intentando clasificar sus vinos por el origen y no por la crianza. ¿Qué te parece esta apuesta? ¿Para cuándo en Ribera del Duero?
Es el siguiente paso. Parece que algo se está moviendo en la Ribera del Duero. Yo soy el primer interesado, porque la gente que prueba mis vinos siempre me comenta que son diferentes a los vinos de otras zonas de la Denominación. La clara prueba de que deberíamos organizar y clasificar una Denominación de nada menos que 23.000 hectáreas.
Por otro lado colocar el viñedo como único responsable del vino también ha sido visto con recelo por muchos enólogos que ven cómo se menosprecia su trabajo. ¿Qué papel juega el hombre en la elaboración del vino?
Todo. Es verdad que cuando llegué en el año 2000 a la Ribera del Duero pensaba que la tierra lo era todo. Hoy en día pienso que el hombre supone más del 50%. El resto lo dejaría al suelo, el clima y la calidad vegetal del viñedo. El hombre es el que decide cómo se trabaja el viñedo.
Elaborar en Francia y España te da una visión clara del sector, ya que son los países del viejo mundo más influyentes, aunque el primero destaca por el valor del vino y nuestro país por ser el mayor productor. ¿Qué tenemos que aprender de tu país de origen?
Se tiene que aprender a trabajar en grupo y tener en cuenta que España no tiene otra salida que elaborar vinos de calidad. El gran problema en España es que los Consejos Reguladores están manejados por los grandes productores y precisamente a ellos no les interesa defender la calidad sino vender grandes cantidades a un precio baratito. Y hay que tener en cuenta que las bodegas que luchan por posicionar sus vinos en alta gama son las que están haciendo marca. Si no hubiera Vega Sicilia en Ribera del Duero, esta Denominación no sería la misma.
El reciente MW Andreas Kubach señala que nuestro país tiene grandes vinos de alta gama y muy respetables vinos de gama baja y que lo que nos falta es la intermedia. ¿Estás de acuerdo?
Sí, el negocio del vino va a acabar en dos sectores: el industrial y el artesanal. La situación para el sector intermedio va a estar complicada.
¿Qué es un gran vino?
El consumidor es el que encuentra esa diferencia. Recuerdo la primera vez que comí un tomate en La Rioja con Ricardo Palacios. Me sorprendió porque era diferente a lo que yo conocía. Aún tengo en la mente ese momento. Llevándolo al vino, esa es la sensación cuando descubres un gran vino. Te marca.
¿Qué tiene tu Le Rosé de diferente para ser considerado como Mejor Rosado en la Guía Vivir el Vino?
Proviene de un Grand Cru, es un rosé de viticultor. Un coupage de Albillo y Tinto Fino, variedades que no están por casualidad, sino que son el resultado de muchos años de investigación de los viticultores de la zona que han considerado que son las uvas que mejor se adaptan. Es la historia de la viticultura vinícola.
Contar con proyectos en dos países, España y Francia, ¿qué aporta?
Francia es mi raíz y en España está mi corazón. Aprendes muchísimo porque te da dos visiones distintas, más globales. Cuando vengo de España soy muy crítico con mis vinos en Francia y al revés.
Un deseo para el buen año...
Debemos tomar conciencia de que hay cuidar nuestra madre tierra porque si no la humanidad no irá muy lejos. Tenemos que ser más conscientes de la responsabilidad que tenemos y darnos cuenta de lo que nos está diciendo la naturaleza con el cambio climático. El ser humano no pertenece a la ciudad, pertenece a la tierra y hay que cuidarla.