
Por Jesús Rivasés, columnista, tertuliano y escritor
Fleur Godart, francesa, fundó en 2014 la empresa Vins & Volailles, que se define como proveedora de vino natural y aves de corral. Unos años más tarde, en 2019, Loise Los se unió a la empresa como socia comercial. Poco después, en 2020, salió al mercado su primer vino militante, bautizado de forma impactante y sin complejos como “Putas feministas”. Fue el principio de las Cuvées Militantes –vinos militantes-, con los que hacen campaña en torno a asuntos relacionados con el género.
Las dos socias han contado varias veces cómo empezó todo a partir de un incidente en la presentación de una revista, a la que acudieron ambas. Las periodistas Ginger Rose Clark (Pellicle) y Alice Lascelles (Financial Times) han recogido versiones muy similares de lo ocurrido. En plena presentación, un hombre, un tanto borracho, empezó a hablar de la editora de una manera muy inapropiada. Fleur, que estaba junto a su socia y otros amigos, “tras un día duro en la oficina”, como cuenta Alice Lascelles, le intentó decir que como el francés es un idioma tan rico y variado, quizá podría utilizar términos y expresiones que no molestaran a nadie. La respuesta del tipo fue todavía más agresiva: “Ya no se puede decir nada. Además, no sois más que putas feministas”. Aquello, según parece, acabó con la celebración y las ganas de pasar un buen rato de las dos socias y de un grupo de amigos, amantes por cierto de los vinos.
La historia sigue al día siguiente o quizá ese sea su verdadero principio. Fleur y Loise hablaban de callos y patatas fritas, pero la conversación derivó hacia el incidente de la tarde anterior. Las dos llegaron a la conclusión de que habían hecho lo correcto al enfrentarse al energúmeno borracho y, por algún motivo, fueron más allá. Pensaron que sería una buena idea apropiarse del insulto y hacer algo divertido a partir de ahí. Fleur le contó a Ginger Rose que, justo en ese momento, le llamó el enólogo Julien Albertus para comentarle que tenía 850 botellas de cierto vino, que no sabía qué hacer con ellas y para preguntarle si a ellas se les ocurría algo. Esas 850 botellas se convirtieron, en un momento, en la primera marca, la primera “cuvée” de Vinos Militantes, con el nombre, claro, de “Putes Feministes”. El experimento salió bien y Vinos Militantes ya comercializa trece etiquetas diferentes, todas con nombres provocativos y diseños llamativos, incluso escandalosos para algunos, y entrega el 7% del precio de venta a una organización sin ánimo de lucro parisina que apoya al movimiento transgénero.
El primer vino de Vinos Militantes, el Putes Feministes –alrededor de 24 euros-, es una mezcla de Gewürztraminer y Moscatel, que Fleur Godart define como dos variedades de uvas un poco vulgares por la forma en la que se vinivifican pero que la maceración les da un toque de amargor, confianza y unos pequeños destellos aromáticos. “Es decir –afirmaba Godart en una entrevista con Ginger Rose-, de repente tienes un par de putas libres que tienen algo que decir”.
El éxito inicial de Putes Feministes llevó a Godart y Los a ampliar el negocio y a buscar y encontrar enólogos y bodegueros de prestigio que estuvieran dispuestos a elaborar y etiquetar “Vinos militantes”. Así llegaron Sorcieres (Brujas), Male Tears (Lágrimas masculinas), Dur à Queer (Queer difícil de descifrar). El primero, Putes Feministes, quizá no sea el mejor, pero fue el origen de todo. Luego, con la intervención, entre otros, del famoso bodeguero de Borgoña Athénaïs de Béru, han aparecido también el “Me Libérez Pas, Je m’en Charge” (20 euros), es decir, “No me liberes, yo me encargo”, que es un tinto denso. También hay un Chardonnay, con notas florales, “On se léve et on se casse” (24 euros) –“Nos levantamos y nos rompemos-”, una cita de Adèle Haenel, atacada por Roman Polanski en la fiesta de los premios César.
A ellos habría que añadir el Syrah Self Love (32 euros), “Syrah amor propio”, de un bodeguero gay y “Amazonas” (26 euros), definido como un rosado poderoso, bautizado así en honor de las míticas amazonas. Quizá no sean vinos espectaculares, pero sí curiosos y difíciles de conseguir todavía, aunque empiezan a ser frecuentes en bares, cafés y restaurantes parisinos. En cualquier caso, diferentes y también interesantes, divertidos, otra forma de comunicarse como dice Fleur Godart.