Por Raúl Serrano
Cada vez es más habitual disfrutar de catas verticales con las que comprobar cómo evoluciona un vino con el tiempo. Dando un paso más allá, Alta Alella nos invita a realizar una cata vertical a la inversa, es decir, a degustar primero su AA Alella 10 2010 para intentar adivinar cuál será el perfil de las diez añadas siguientes. Algo inusual, pero gratificante para cualquier catador que se precie. Jugamos así a entender el sentido de la zona, de la parcela… Y de la elaboración de su espumoso más exclusivo en un recorrido hacia adelante, hacia el futuro, con el que poder apreciar el potencial de longevidad desde nuestra copa.
AA Alella 10 2010
Un gran vino, de colección, ecológico y de añada. Una gran cosecha la de 2010, por cierto, marcada por una maduración más lenta, por una excelente acidez del vino base y por la singularidad de la subzona de la Serra de Mar. Confirma mi sensación de que nos encontramos frente a una carrera de fondo que persigue elaborar cada vez mejores espumosos. Y este lo es desde el descorche, con intensos aromas, elegancia y complejidad. Se suman una agradable golosidad, recuerdos florales, almendra tostada y un fondo de brioche. En boca es armado, con volumen y estructura en todo su recorrido. Aparecen las notas de su crianza, una acidez sobresaliente y un largo y meloso final con recuerdos amielados.
AA Alella 10 2011 y 2012
Creo que debo reseñar simultáneamente las añadas 2011 y 2012, pues entiendo que ambas podrían compartir mercado ahora mismo con la de 2010. Son espumosos en los que la expresividad de la fruta es nítida y directa, con un enorme frescor sin perder complejidad. Su acidez es elegante y contenida. Arrastra al vino en todo su recorrido, por supuesto, marcando su tipicidad. Como apunte, me atrevería a sugerir un salto de añada en el mercado, dando primero salida a la 2012 para después lanzar la 2011. Aunque eso, claro está, es decisión de la bodega.
AA Alella 10 2013
Ya suponía que en algún momento se produciría una clara diferencia a partir de alguna añada concreta, en este caso, la de 2013. En este caso, la fruta se percibe en compota, junto a ligeras notas vegetales y presencia de especiados y levaduras. Unas sensaciones muy diferentes a las percibidas en el resto de añadas. En la diferencia está el gusto, así que habrá que seguirla muy de cerca.
AA Alella 2014
Desde mi punto de vista esta es la añada más diferente. Aquí, la Chardonnay y su crianza son su eje principal, y eso invita a detenerse y pensar… ¿Qué más hay? ¿Por qué esta diferencia respecto al resto? En cualquier caso, es una añada más corpulenta, con la crianza como hilo conductor en un trago al que se suman la cremosidad y la carnosidad en su recorrido, junto a una magnífica acidez y un infinito final. Me quedo con ganas de volver a disfrutarlo.
AA Alella 10 2015 Una añada marcada por la madurez de la fruta, que definió el estilo y la tipicidad de la línea marcada por Alta Alella. La nariz es franca y la madurez actual resta expresividad directa, pero permite percibir la necesidad del paso del tiempo y de la crianza. Una añada que, casi con toda seguridad, será grande.
AA Alella 10 2017
Esta fue una de las añadas que, ya en un perfecto equilibrio, más me gustaron. Solo puede ir a más. La fruta blanca está presente, con sutiles toques de membrillo y mieles, sin dejar de lado una parte de suaves tostados. La boca es amplia, fresca y vertical. También es viva y fresca gracias a una acidez que preserva la complejidad de los grandes crianzas.
Alta Alella 10 2018
Una añada que se presenta redonda, en la que cada una de las notas se ensamblan dando forma al vino. Solo falta un poco de tiempo para apreciar su evolución y los cambios que puedan ir produciéndose.
AA Alella 10 2019
Una añada caracterizada por la complejidad, con una fruta aún presente que cede protagonismo a los recuerdos de panadería sobre un cierto fondo de flor blanca. La boca es amplia, con aromas de crianza que compiten por ganar relevancia. La fruta es más madura, con recuerdos de horno de pan en la parte retronasal.
AA Alella 10 2020
Una añada que, sin perder el potencial de la fruta, transmite una evolución más temprana, a la que se suma una clara presencia de la crianza junto a notas más ahumadas. Al igual que sucede en el resto de añadas, su acidez contenida permite que el vino se arrastre por el paladar y que se pueda disfrutar a día de hoy.
AA Alella 10 2021
Si bien la idea en un principio era catar el vino base para poder entender el producto final, otro año más la Covid-19 lo impidió. Al fin, delante de nosotros, encontramos un vino con una juventud actualmente insultante, con una acidez más marcada pero respetando la variedad y la tipicidad de las añadas anteriormente catadas. Mucho habrá que esperar para poder disfrutar de él, pero estoy seguro de que su evolución será correcta.