Por Raúl Serrano
Quién me iba a decir que, después de unas cuantas catas verticales en los últimos años, llegaría a disfrutar tanto de una de vino rosado. Porque, no vamos a engañarnos, en España siempre hemos visto los rosados como vinos frescos e inmediatos. Sin embargo, este no es el caso.
Si el proyecto Lalomba ya merece un más que merecido reconocimiento, Finca Lalinde da un paso más allá. Esta vertical así lo ha demostrado, ya que si, como es lógico, las dos últimas añadas son las más fáciles de consumir ahora mismo, nos hemos dado de bruces con un vino que desde 2015 a 2020 es altamente gastronómico. Y hablo de alta gastronomía, donde seguro que cualquier profesional de los grandes restaurantes sabría con qué armonizar cada añada de estos vinos.