Durante una completa jornada se debatió sobre el futuro del rosado y la identidad del clarete cigaleño
Por Vanesa Viñolo
Algo (y bueno) se mueve en Cigales. Pudimos comprobarlo en la jornada que la DO preparó en el palacio de Fuensaldaña el pasado 13 de febrero en la que, además de poder catar las últimas añadas (principalmente de rosados 2022) de Cigales, se debatió sobre el futuro del rosado en general y el de Cigales en particular, y en la que se puso especial énfasis en la defensa del tradicional clarete, renovado y mejorado con las nuevas enologías.
Más de 40 vinos de 16 de las bodegas adscritas a la DO Cigales se pudieron catar. En este momento del año destacaron especialmente sus rosados, pero no hay que obviar la línea de tintos y blancos que elaboran algunas casas, empezando a experimentar algunos de ellos con la Albillo Mayor en solitario. Respecto a los rosados, que son sin lugar a dudas el fuerte de Cigales y su seña de identidad, pudimos encontrar desde rosados clásicos cigaleños perfectamente elaborados, hasta otras líneas más modernas, de recuperación de antiguas elaboraciones o con trabajo con diferentes maderas, lías, etc.
Una riqueza que quiso destacar el crítico Santiago Rivas (en la foto durante su charla) en una amena charla en la que se pudieron catar tres representantes de rosados de Cigales bien diferentes: Las Musas, de Finca Museum, Clarete de Luna de César Príncipe y Viña Picota, de Hijos de Félix Salas, que se convirtieron en hilo conductor de un interesante debate entre los términos rosado y clarete.
La jornada se completó con una mesa redonda, moderada por el sumiller Miguel Ángel Benito, sobre la situación actual del vino rosado en la hostelería y distribución, y que contó con David Robledo (Sumiller y Profesor. Premio Nacional de Gastronomía como mejor Sumiller 2014), Pilar Cavero (Sumiller. Mejor Sumiller de España 2013. Crítica de Vinos ABC), César Boal (Presidente Asociación de Maestres de Cocina de Castilla y León) y David Barro (Sumiller. Comercial Nacional de Coalla Gourmets), en la que se hizo patente el momento decisivo que está viviendo esta tipología y la pasión y debate que generan los caminos a seguir y las acciones a tomar para no dejar pasar “el tren del rosado”, desde la labor prescriptiva de la sumillería, hasta la necesaria promoción y comunicación más allá del consumidor tradicional local, pasando por el polémico tema de la relación precio-prestigio en el vino.