
Se pudieron catar añadas históricas y las novedades de la bodega riojana
Por Jorge Díez
Conde de los Andes presentó en Madrid su nuevo proyecto con vinos actuales e históricos de la mano de Javier Murua, director del Grupo Muriel y Raúl Igual, embajador de la marca.
La familia Murua compró la bodega Conde de los Andes en el año 2014 a la familia Paternina, junto con sus 20 has de viñedo en 50 parcelas en la zona de Briñas, Haro y Labastida, 2km de impresionantes calados subterráneos y más de 450.000 botellas de vino en stock.
La familia asume el legado, respetando el patrimonio histórico y retoma una tradición, creando un proyecto con identidad propia de vinos inspirados en el tiempo. Así, cuenta con una línea de vinos actuales, que definen el estilo de la bodega en el momento que vive, pero también han creado la línea de los Capítulos, que son una familia de vinos con vinificaciones diferentes, especiales y estudiadas, que cambian cada año dependiendo de la cosecha.
De la mano de Raúl hicimos un recorrido por los diferentes ángulos del proyecto. Comenzamos con los vinos actuales, Conde los Andes Blanco 2019, que es un vino tímido en nariz, pero muy fresco y con muy buena acidez. También catamos Conde los Andes Tinto 2016, un vino serio, donde encontramos concentración y fruta madura. El tanino está muy presente en este momento, pero tiene una gran capacidad de envejecimiento. Después llegó el momento de los Capítulos: empezamos con Conde de los Andes Duermevela Blanco 2016, que no presenta oxidaciones a pesar de la añada. Encontramos fruta escarchada y avainillados, ya que tiene 24 meses de barrica nueva. Recuerdos de mieles y cremosidad en boca son dos características presentes en este vino blanco de guarda. Seguimos con su Malvasía 2016, vino extremadamente limpio, sutil, delicado, elegante, con carácter terroso. Tiene buen recorrido y una interesante acidez cítrica.
Por último tuvimos la suerte de catar añadas históricas que son difíciles de encontrar. Empezamos por Conde de los Andes Tinto 2005, que sorprendentemente se muestra fresco, con un tanino perfectamente pulido y donde aparecen especias y tabacos. Continuamos con una joya enológica como es Conde de los Andes tinto 1975, un vino anciano, delicado, donde predominan los toques terciarios. Para terminar con Conde de los Andes 1948 Semidulce, que fue una gran sorpresa, porque el vino tiene 74 años de edad y un carácter “joven”. Con una acidez bestial y carácter mineral, es elegante, de una gran sutileza.