Por Jorge Díez
Hace un par de meses asistimos a un interesante campus biodinámico en los viñedos de Cruz de Alba (DO Ribera del Duero) para conocer de primera mano qué significa y cómo se trabaja esta práctica en el cultivo de la viña.
Primeramente Julio Arroyo, formador en agricultura biodinámica, nos introdujo en el mundo de la biodinámica a través de sus conceptos. Los ritmos de la luna, el sol y los planetas tienen mucha importancia para el ecosistema y el cultivo. La biodinámica es una forma de entender la planta, un camino de conocimiento suelo-planta-animal-humano. Una herramienta fundamental para su práctica es el calendario biodinámico, que define los días del año y los trabajos agrícolas en función de las influencias del cosmos.
Sergio Ávila, director técnico de Cruz de Alba, lleva desde el año 2008 gestionando las 40 ha de viñedo de esta bodega ribereña de forma biodinámica (en proceso de certificarse por Demeter), buscando que cada parcela exprese su identidad específica, para así conseguir un vino franco. En biodinámica menos es más, se trata de conseguir un suelo vivo, sin tratamientos externos invasivos, buscando un viñedo reactivo a las influencias externas, reforzando el sistema inmunológico de las plantas. Esto se consigue a través de los tratamientos biodinámicos que se aplican sobre el viñedo: el cuerno de vaca, el compost con sus preparados y las decocciones e infusiones. Sergio nos comentó que la masa viva del viñedo de Cruz de Alba es mucho más rica y profunda que la de las parcelas con las que limita su viñedo.
Para terminar la jornada preparamos, biodinamizamos y aplicamos el preparado María Thun, que aglutina todos los preparados y que ayudarán a dar de sí lo mejor a las uvas que se convertirán en Cruz de Alba Crianza 2023, un gran vino vivo, como sus suelos.