Se anuncia tormenta. Con visos de tormenta perfecta. La predicción no es nueva. Lleva en nuestras pantallas algunos años. Pero ahora, los nubarrones, oscuros y bien cargados, están sobre nuestras cabezas. Las de todos. Las de sector. La amenaza es tangible e inmediata.
Pero quizá pase como con la lluvia. La llevan anunciando semanas y no termina de romper a llover. Parece que las campanas han tocado tentenublo y están conteniendo la descarga. Quizá pase igual y estas cumbres borrascosas que se perciben en la industria del vino español (y mundial) pasen de largo. No sé. ¿Qué opinan? ¿Seremos capaces de esquivar esta anunciada crisis o vamos a chocar con ella hasta el punto de tener que reformular nuestra industria?
Quizá, también, la cuestión es saber cómo va a aguantar la industria del vino español este empellón de sequía y pérdida de rentabilidad, sumado a un entorno económico y social de inestabilidad y reducción de la renta individual a nivel global. ¿Saldremos más fuertes?
Como decía al principio, la previsión es de tormenta perfecta. A un entorno de alta volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad a nivel global tenemos que sumar la agravante situación del sector en España. Datos de consumo no muy esperanzadores, lobbies anti-alcohol, excedentes de producción, caída del precio medio del vino, subidas de las materias auxiliares, pérdidas de rentabilidad y unas condiciones climáticas que están cambiando el escenario del sector primario. Insisto, la Tormenta Perfecta.
Entonces, qué hacemos. ¿Cómo podemos mejorar la posición competitiva del sector? ¿Buscamos nuevas fórmulas o mantenemos el mismo modus operandi esperando que el azar nos regale resultados diferentes? La transformación es imperiosa, pero la gestión del cambio es uno de los aspectos más difíciles a los que se puede enfrentar el ser humano o una empresa. La solución, cualquiera que sea, no va a ser fácil.
Lamento informarles de que no encontrarán en esta tribuna las soluciones. Tan sólo un estímulo para pensar a nivel individual qué puedo hacer yo, independientemente de su posición en la industria, para aportar mi granito de arena a los nuevos horizontes y retos de la industria del vino. La suma individual, la consciencia y convicción de la necesidad de cambio, será el motor de una transformación común. Más amplia. Más sostenible y duradera, en todos sus términos.
Solo juntos seremos capaces de afrontar las nuevas realidades de este mundo que cada vez parece girar más rápido. Solo juntos podremos plantar cara a la tormenta que asoma. Vamos a por ello.