Opinión

El Afinador de Vinos. El Perfumista

Publicado el 24/06/2022 Categorías : Opinión, REVISTA
El Afinador de Vinos. El Perfumista

Por Manuel Herrera, propietario de Finca Herrera Vinos y Viña Española Consultoría

Vivir sin vino y sin música no es vivir. No tengo mal oído y a veces canto, y no solo en la ducha. Músico frustrado, toco mal algunos instrumentos pero sé afinarlos. No llego al extremo del Dr. Lecter, que se merendó, seguramente con un buen Chianti, a un violinista que desafinaba en una ópera y al que consideró un groserillo silvestre, pero ganas tiene uno de parar desafinos y desatinos. Y a los groserillos.

Mi padre era de vinos directos, de varietal o parcela. Mi abuelo era de cortes riojanos, de ensamblajes. Aún así, los dos afinaban. Yo, por suerte, hago lo que puedo en ambas circunstancias, pero valga de homenaje este escrito a mi hermano Manu Martínez y a mi gran amigo subido a una Montesa Impala, Ignacio de Miguel. También a mi maestro y amigo Sergio Correa. Gran enólogo chileno, especialista en estos menesteres. Son grandes afinadores. Refinados y con gusto. Intentar sacar de dos o tres o más vinos “medianos” un vino mejor es un arte, y quien lo consigue tiene un don. Se entiende en Francia desde que esto se inventó, como se entiende el arte del afinador de quesos o embutidos. Aquí, en España, no.

Un 2 o un 3 por ciento, pipeta en mano, tiempo y paciencia hace de un vino otro, y lo puede mejorar, y mucho. O no. Un diez o un veinte, o un mitad y mitad. A veces se quieren y otras se pelean de manera incomprensible resultando un vino peor, de dos mejores. Cambia, todo cambia, que decía la canción pero además una barbaridad, y no hay fórmulas. Hay arte, y hay que darse cuenta de si hay amor o se llevan a matar. Prueben y mezclen a veces con cierto criterio y se sorprenderán de ciertas mejoras y de ciertos divorcios. Refrescar o “aviejar” vinos está permitido hasta un 15%, si no me equivoco, de otro vino más joven o más viejo sin decir ni mu en la etiqueta y no pierde su añada.

La verdad es que no sé si estoy de acuerdo o no. En hacerlo sí, pero en decirlo también. Como la mezcla de varias añadas que ahora resulta ser una nueva moda cuando se ha hecho siempre, y estos vinos de varias cosechas, permitidos y de sobra conocidos, no son ninguna novedad. Pregunten en Vega Sicilia o en Tondonia, por ejemplo. También se puede añadir hasta un 15% de otra variedad sin dar explicaciones en la etiqueta, y que una señorial Garnacha lleve hasta ese quince de Syrah u otras y no decir nada de nada. En esto sí que no estoy de acuerdo para nada. Que se ponga. Ensamblar es un arte; cada vino, cada añada es diferente, y debería decirse claro qué hay en la botella, porque casi todos los vinos, por no decir todos, son únicos e irrepetibles. En Francia, y perdonen que me repita, presumen de ello. Y los grandes secretos, que se queden en Jerez…

Aquí, en cambio, algunos quieren parecer alquimistas y presumir de ello, pero viendo muchos resultados no lo consiguen ni de lejos. Desafinan. Y mucho. Maderas exageradas que bien puestas serían una delicia para luego no dar importancia al “afinado”. Estropear lo que viene del campo… No toquen el violín, que no hace ninguna falta. Así que pónganse música y de vez en cuando prueben a mezclar bajo su instinto y pásenlo bien. El mejor piropo de mi padre Pascual -antes de irse de repente- hacia mí en años fue que era un buen perfumista, y de eso presumo. Eso sí, dudo mucho si hubiera reconocido el perfume de Clarice ( L’Air du Temps) a través de ese cristal… Ahí queda eso. Si no les gusta su coupage, hagan una sangría fresquita para el verano y el calor, siempre mejor con vinos jóvenes sin madera y con trocitos de melocotón. Así también se bebe vino.

Yo disfruto de una Malvasía dulce del Valle de Güimar que, a la tercera copa, por enreda, dejé caer unas gotitas de un oloroso muy viejo… Y algo pasó. Siempre pasan cosas. Pienso en el Doctor Lecter, y sonrío. Sean Felices. Afinen violines, afinen pianos y afinen con los vinos que eligen, porque hay mucho más trabajo y amor en unos que otros y valor ni les cuento. Y no, no es cuestión de precio. Yo, cada vez estoy más desafinado, pero curiosamente cada día tengo mejor oído. Esto va que vuela …

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