“El consumo de vino reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el envejecimiento”
Entrevista a R. Curtis Ellison, doctor en Medicina y profesor de Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston
Por Alberto Matos
En plena celebración del 2019 International Wine & Health Summit to Northern California, entre el 4 y el 7 de mayo pasados, el doctor en medicina Curtis Ellison, coorganizador del evento, no dudó en hacer un hueco en su apretada agenda para adelantarnos algunas de las conclusiones más controvertidas de este simposio bienal.
En un momento como el actual, en el que el consumo de alcohol –incluido el vino- ha pasado a ser demonizado por las más importantes autoridades sanitarias del mundo, entre ellas la mismísima Organización Mundial de la Salud (OMS), todavía hay quien justifica un consumo moderado de este producto por su papel en la prevención de las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Y lo hace con evidencias científicas que, en muchas ocasiones, ponen en entredicho la credibilidad de muchos estudios que recomiendan un consumo cero.
¿Por qué hay tantas contradicciones entre los estudios que tratan de establecer un consumo máximo de alcohol -incluido el vino- al día?
Antes de aceptar los resultados de cualquier estudio, primero es preciso comprobar qué metodología se ha empleado. Durante las cuatro últimas décadas, la inmensa mayoría de los resultados obtenidos mediante estudios bien ejecutados son increíblemente consistentes: tanto las personas poco bebedoras como las moderadas tienen un riesgo significativamente menor de desarrollar enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares, diabetes y demencia, entre otras patologías.
Los resultados aparentemente “contradictorios” de algunos estudios obedecen a un conocimiento insuficiente del objeto a estudiar por parte de los investigadores, o bien a errores de método, tales como incluir en los grupos de experimentación a individuos de una edad inapropiada.
Obviamente, si estamos estudiando la relación entre alcohol y ataques al corazón, no podemos incluir ni a niños ni a jóvenes, pues estos normalmente no beben.
Yendo más allá, algunos estudios parecen estar deliberadamente diseñados para arrojar dudas sobre los efectos beneficiosos de un consumo moderado de alcohol. Si analizamos los efectos del vino y el alcohol sobre la salud frente a las enfermedades vinculadas con el envejecimiento, las muestras no deberían incluir gente joven, aunque algunos investigadores insistan en lo contrario.
Los mensajes contradictorios parten principalmente de un pequeño grupo de investigadores que normalmente están especializados en alcoholismo. Ese es el motivo por el que aseguran que incluso una pequeña cantidad de alcohol incrementa el riesgo de sufrir alcoholismo.
¿Es más seguro no beber nada que beber moderadamente?
Para los adultos del mundo industrializado, la respuesta es claramente no. Si eres un alcohólico, es mucho más seguro no beber nada. Si no lo eres, el riesgo de padecer cualquiera de las enfermedadas relacionadas con el envejecimiento se reduce con pequeñas cantidades de alcohol.
Por otra parte, se ha dado mucha publicidad al alcohol y a su incidencia en el desarrollo del cáncer. Sin embargo, en la mayoría de los cánceres, el incremento del riesgo se produce en grandes bebedores o en alcohólicos.
Pese a todo, ciertos estudios se empeñan en demostrar que el riesgo de desarrollar cáncer de mama se incrementa ligeramente incluso entre las mujeres que apenas beben. Nada que ver con las conclusiones obtenidas por el investigador Arthur Klatsky para el consorcio de salud Kaiser Permanente, en California, que vienen a decir que ese incremento efectivamente se produce, pero curiosamente entre mujeres que ya han participado en estudios similares por sus problemas con el alcohol. Muchas de ellas habían sido hospitalizadas por intoxicaciones etílicas, padecían hepatitis alcohólica o habían perdido su trabajo por sus problemas con el alcohol.
Además, también se ha descubierto que todas ellas habían declarado un consumo inferior al real. En estos casos, los riesgos de padecer cáncer de mama se incrementaban sin ninguna duda. Sin embargo, entre las que declaraban un consumo real no se ha observado una mayor incidencia de esta enfermedad si se comparan con las que se declararon abstemias.
De hecho, las muertes por cáncer de mama no son más elevadas entre las mujeres que beben moderadamente y las abstemias y los estudios demuestran constantemente que el riesgo de muerte es más bajo entre los bebedores moderados que entre los abstemios.
¿Cuál es entonces la cantidad diaria máxima recomendada de alcohol?
Actualmente somos conscientes de que establecer un número exacto de copas con el que los riesgos de enfermar superen los beneficios salubles resulta complicado. Afirmar que dos copas al día para un hombre está bien no siempre es correcto. Emborracharse con 14 copas en una fiesta el sábado por la noche tiene efectos sobre la salud muy diferentes a los que tienen dos copas de vino con la cena cada noche, aunque en ambos casos sean catalogados como “bebedores moderados”.
Aparte de eso, las personas presentan respuestas muy variadas cuando consumen alcohol, de modo que, para algunas, el límite podría estar en media copa diaria, mientras que para otras, el consumo de varias copas al día también puede ser seguro. Cuando un médico discute sobre el alcohol con un paciente, los límites podrían verse afectados también por otras características como la edad, el padecimiento de otras enfermedades, los riesgos de contraer enfermedades coronarias o cáncer, la cantidad de alcohol consumido habitualmente, etc. No es una buena idea que las autoridades sanitarias pongan una cantidad máxima de alcohol diaria recomendada para todo el mundo. Las indicaciones personalizadas son mucho mejores.
¿Qué daños puede provocar el consumo de alcohol?
Abstenerse de consumir alcohol es la mejor recomendación que se le puede hacer a todas aquellas personas con enfermedades hepáticas –muchas veces insuficientemente controladas- y otros problemas de salud.
Como ya he dicho, con moderación el alcohol contribuye principalmente a prevenir y retrasar la aparición de enfermedades relacionadas con el envejecimieto, que curiosamente se desarrollan casi exclusivamente en personas de mediana edad o mayores, no en niños o en jóvenes.
No obstante, no se puede animar a nadie a beber por motivos de salud. Por el contrario, deberíamos centrarnos en otros factores clave de nuestro estilo de vida que mejoran la salud y la longevidad, tales como no fumar, no padecer sobrepeso, comer sano y ser activo.
¿En qué se diferencia el vino de otras bebidas alcohólicas?
Los que disfrutamos tomando vino durante las comidas somos afortunados, puesto que básicamente todos los estudios muestran que los consumidores de vino tienen mejores analíticas que los que consumen otras bebidas. A la hora de dar consejos, deberíamos hacer énfasis en que el consumo relajado de pequeñas a moderadas cantidades de vino durante una comida es la manera más segura y placentera de consumir cualquier tipo de alcohol. “Bebemos agua y sorbemos vino”, recordaba el investigador Serge Renaud.
¿Qué debería hacer la industria vitivinícola para desalentar el abuso?
La prevención del abuso requiere algunos cambios culturales, como los que ha experimentado Estados Unidos respecto al tabaco en las dos últimas décadas. Fumar ya no “mola” ni es “socialmente aceptable”. No estoy seguro de que la industria pueda hacer mucho en este sentido. Obviamente, deberíamos considerar un consumo escaso o moderado como uno de los componentes de un estilo de vida saludable para la mayoría de la gente, pero al mismo tiempo catalogar las intoxicaciones etílicas y el abuso como algo socialmente inaceptable.