Definimos así a la alianza en armonía entre el vino y la comida. Fuera de dogmas supremos, reglas encorsetadoras y demás zarandajas, ya que lo primordial es que cada uno lo case según sus gustos y apetencias, sí podemos señalar una serie de “indicaciones”, sugerencias o como deseen llamarlo, para ayudar a crear esa combinación magistral entre plato y vino que engrandece a uno y a otro y, sobre todo, para evitar combinaciones nefastas que, sin haber sido experimentadas con anterioridad, pueden estropear el mejor de los menús. Consejos generales: si quiere disfrutar del vino, evite las alcachofas y el aliño de las ensaladas con vinagre, anulan nuestras papilas gustativas.
Combinemos con...
- Blancos Jóvenes: Marisco, pescados crudos o en salsas muy ligeras, mousses y cremas, quesos frescos, espárragos, setas...
- Blancos con Crianza en Barrica, finos y cavas: Pescado, marisco, sopas, mousses y cremas, embutidos, tortillas, quesos, escabeches y encurtidos, verduras, pasta...
- Rosados: Carnes, aves, verduras, puerros, pastas y arroces, setas, platos con huevo...
- Tintos Jóvenes o con Ligera Crianza: Carnes rojas y blancas con salsas ligeras, arroces, setas, quesos frescos o semicurados, platos de pasta, verduras, pimientos, sopas, embutidos, tortillas, escabeches ligeros, picantes, pescados en salsa...
- Tintos Reserva (Grandes Reservas) tintos de mucha estructura (Toro, Priorato, Bierzo, etc.): Asados, platos de caza mayor y menor, legumbres, carnes en salsas consistentes, quesos fuertes y curados...
- Amontillados y Olorosos: Combinan muy bien con los “incunables”, ya que sus aromas punzantes pueden con todo: sabores muy picantes, fuertes vinagretas, alcachofas, quesos como el Cabrales o el Roquefort.
- Dulces: Patés, foie gras, tartas, crêpes, quesos curados y fuertes, frutas confitadas...
Estas son sólo, como se comentaba al principio, sugerencias, ya que el arte de elegir con qué vino tomar un plato es una elección personal en el que la búsqueda y la experimentación no pueden ser sustituidos por las ideas preconcebidas. La experiencia de un azulón en su punto “saignant” bien merece que lo combinemos con un Sauternes de nivel o un Gewürztraminer de buena añada. Algunos rechazarán esta combinación pero a otros les encantará. La experiencia merece la pena. Siempre.