“El vino me interesa no solo como consumidor sino como fuente artística”
Por Alberto Matos
Lo comentó una compañera al llegar a la redacción una mañana cualquiera de noviembre. En la radio habían estado hablando sobre el nuevo trabajo de Javier Ojeda, voz principal y compositor de Danza Invisible, ese grupo pop, icono de los ochenta que todavía sigue dando guerra. La mencionada compañera no recordaba cuál era exactamente el título, pero estaba segura de que incluía la palabra vino. Escarbando un poco en internet, enseguida se mostraron los primeros resultados. Confieso que inicié mis pesquisas sin mucha esperanza de encontrar algo interesante para nuestra publicación. Mis sospechas resultaron infundadas. Cada enlace consultado ofrecía más y más vínculos entre la puesta en escena de este malagueño y el vino desde todos sus ángulos. Sorprende que el sector no le haya reconocido todavía como se merece, y que no utilice ninguna de sus canciones como banda sonora.
Siendo, como somos, una revista dedicada al mundo del vino, la primera pregunta es obligada: ¿A qué viene el título de tu nuevo EP, Días de vino y cosas?
(Ríe) Es un poco una broma. Estaba mirando la temática y me dije: “tengo algunas canciones que hablan del vino y otras de otras cosas”. Entonces, mi amigo Antonio de la Rosa me sugirió llamarlo Canciones de vino y cosas y finalmente lo retoqué a Días de vino y cosas, más gamberro.
El título de tu último trabajo recuerda mucho al de la película Días de vino y rosas (1962), un largometraje que analizaba las adicciones de la vida moderna, particularmente del alcoholismo. ¿Simple casualidad o es un juego de palabras intencionado?
Por supuesto que es intencionado. Días de vino y rosas es un film extraordinario de Blake Edwards y decidimos parafrasearlo. También es un disco del grupo americano The Dream Syndicate.
El EP consta de cuatro canciones, dos de ellas también muy vinculadas con el vino. Especialmente, El vino se acabó, un blues muy pegadizo que hace un repaso por algunos de los tipos de vino que se elaboran en España, algunas variedades y algunas denominaciones de origen. ¿Cómo se te ocurrió esta idea? ¿Qué pretendes transmitir más allá de lo que deja ver la letra?
Pues mira, el tema original se titula All that wine is gone y es un rhythm & blues de 1951, interpretado por Big Jay Mc- Neely. En la letra original había muchas modalidades de vino que, o bien ya no existen, o no tienen traslación alguna a la realidad española (vino de frambuesa y cosas parecidas). Así que quise hacer un peculiar homenaje a varias denominaciones y tipos de vino que me encantan. ¡Aunque me he dejado muchas en el tintero! La letra es un homenaje desenfadado y borrachín a los vinos españoles.
Por otra parte, en Bautízame en champán, el segundo de los temas mencionados anteriormente, te aferras al rock y a letras algo siniestras. ¿Por qué quieres bautizarte en champán?
(Ríe) Nada de eso, hombre. El tema es un poco como El muerto vivo, de Peret, y está en tercera persona. Habla de un tipo que sale de la tumba en la iglesia protestando porque nunca había sido bautizado, y solicita hacerlo, en vez de con agua, con algo que le ha hecho inmensamente feliz toda su vida: ¡el vino! (champán en este caso).
El particular vínculo que has generado entre vino y música no empieza aquí. Desde hace un tiempo interpretas un repertorio que has bautizado como Las canciones del vino, en el que haces una selección de canciones cuya temática está relacionada con este producto. ¿Por qué el vino?
Es en parte la génesis de este proyecto. Mira, el vino me interesa no solo como consumidor sino como fuente artística. ¡Se han hecho tantas canciones sobre el vino! Dramáticas, festivas, melancólicas, alegres… Se me ocurrió recopilar algunas en un show completo interpretado a tres idiomas, contando la historia de cada canción. Algo así como un concierto con un componente de monólogo en el que te ríes y, al mismo tiempo, te enteras de muchas curiosidades. Se tocan piezas variadísimas de rock, blues, country, reggae, tango, tarantella…
¿Qué canciones son y a quién pertenecen? ¿Qué te llama la atención sobre los mensajes que lanzan?
¡Uy!, pues un poco de todo. Hay autores y temas conocidos, como Neil Diamond y su hit Red red wine, otros más subterráneos, como Screamin’ Jay Hawkins; tangos inmortales como Nostalgias; rancheras de Jose Alfredo Jiménez, como El último trago; rumbas de Peret, como La copa de vino; piezas jocosas de Renato Carosone, como Vino, vino; rock cabaretero de The Kinks, como Alcohol, etc. Las he escogido por su componente lírico, están ordenadas en el concierto como si fuesen una historia. También podemos encontrar cuatro o cinco piezas mías, ¿eh?
¿De dónde te viene esa aparente obsesión que tienes con el vino?¿Fuiste bodeguero en otra vida? ¿Quizás un temporero vendimiador?
En absoluto. Me aficioné gracias a un gran periodista amigo mío llamado Manolo Bellido, que me llevó a una fantástica bodega de Montilla donde aprendí muchísimo sobre el vino.
¿Dónde y cuándo podremos escuchar estas y otras canciones de Javier Ojeda próximamente?
Yo voy compaginando formatos. Estos temas de temática vinícola forman parte habitual de mi repertorio de solista, aparte de Danza Invisible. En mi página web aparecen ya más de una veintena de conciertos programados hasta septiembre por toda España y otros lugares como México e Italia.
Tú que pareces un entendido en vinos, ¿qué opinión te merece la actual oferta desde un punto de vista de consumidor?
Es vox pópuli que en España cada vez se hacen mejores vinos por todas partes. En los mismos supermercados te encuentras muchas cosas fenomenales a precios razonables. Es este un gran país para los aficionados, sí.
¿Qué vinos sueles comprar? ¿En qué te fijas cuando compras un vino?
Varío mucho, en general soy más de tintos. Normalmente miro que sean de denominaciones de origen menos habituales, no tengo nada en contra de los Rioja o los Ribera, faltaría más, pero a precios iguales te encuentras con algunos Jumilla o cosas así que están increíbles.
¿Alguna recomendación enológica para tus seguidores?
Tiremos de la tierra: Botani es un vino blanco malagueño de fábula. Y en Ronda se hacen tintos impresionantes, desgraciadamente todavía un pelín caros.
Con las comidas. No soy muy original, pero…
Las que más conozco son las de Ronda. Además, el paisaje es impresionante.
La Costa, en El Ejido (Almería).
Jamón de Jabugo (o gambas de Huelva) y un Clos Mont Blanc.
Un fantástico concierto en la bodega de Pagos del Rey, en Morales