COLECTIVO DECANTADO
Santiago Rivas
Cuando las exigencias de su profesión como consultor financiero comenzaron a ser incompatibles con su afición por el vino, Santiago Rivas lo tuvo muy claro: se quedó con el vino.
“No tenía tiempo para ambas cosas”, reconoce. “Y el vino me gusta más. Ha sido una decisión muy orgánica, se podría decir que fue un paso lógico”.
Fue entonces cuando decidió dedicarse en cuerpo y alma a Colectivo Decantado, su cuenta de Instagram que, con cerca de 24.000 seguidores, le ha posicionado entre las personas más influyentes del panorama vinícola español.
Y motivos no le faltan, pues en 2016 quedaba tercero en el concurso de Vila Viniteca de Catas a Ciegas por Equipos para, solo dos años después, alzarse con la primera posición.
Recientemente era reconocido como el Mejor Comunicador de Vino del Año por la International Wine Challenge (IWC). Con un libro en el mercado, “Deja todo o deja el vino” (Muddy Waters Books), y con colaboraciones en numerosos medios de prestigio, es la persona del momento con la que todos quieren contar. Y él lo sabe. Por eso participa “en todo tipo de congresos o saraos donde me reclamen”.
“La mayoría de las críticas que he visto hacia mi discurso están en desacuerdo con lo que creen que digo, no con lo que realmente estoy diciendo”.
Por Alberto Matos
Circula por ahí un chiste que cuenta que, sentados a la barra de un bar, un amigo le pregunta al otro si desea tomar un vino. El otro le responde que no entiende de vinos, a lo que el primero replica que él sí, porque hace poco hizo un curso. Es entonces cuando el segundo pide una cerveza espetándole a su amigo que no quiere escuchar “mierdas”.
Con trasfondo o no, a Santiago le parece un chascarrillo “un poco cuñado, que basa su comedia en el cliché de que todo lo que rodea la liturgia del vino es artificial y pedante”. No está de acuerdo con que simplifique todo tanto, porque “supongo que, desde fuera, ciertas conductas nuestras pueden llamar la atención, pero reducirlo al ‘os lo inventáis todo’ es perezoso y simplista. También es nuestro deber comunicar bien; cuando lo hacemos desaparece el chiste”.
Otro tópico es el que tiene que ver con la supuesta aura de esnobismo que rodea a este sector. “Se trata más de un cliché que de una realidad”, si bien es cierto que igualmente en este caso “nos toca comunicar mejor para eliminar esos prejuicios. Hay que cambiarlos por otros”.
Una tarea esta que también corresponde realizar a las bodegas, pues “la mayoría hace contenidos muy básicos e informativos. Podrían optar por formatos más osados, aunque yo con que hagan buenos vinos y tengan su web actualizada, me conformo. Ya estamos los demás para contar lo que hacen”. Eso sí, “en mi Instagram solo aparece lo que me gusta. Jamás ha aparecido ni va a aparecer un vino porque me paguen”.
Carisma y personalidad
Demuestra un profundo conocimiento del sector del vino, pero quizás su enorme aceptación venga dada por su estilo apasionado y directo, sin tapujos y a veces mordaz, cuando habla del sector del vino y del vino como producto.
Está convencido de que “el consumo de vino -de ciertos vinos- cuenta mucho de uno”. Es decir, cada decisión tomada al respecto implica “la ideología, el modo de vida, la intelectualidad y el estatus que un bebedor consciente quiere dar a entender a través del descorche de una botella. Esto a muchos les está costando verlo”.
Y es en este tipo de cosas, además de otras muchas, en lo que centra su discurso, planteado siempre desde el entretenimiento, pues “es mi manera de captar la atención, y para ello recurro a lo que tenga a mano, tanto a circunstancias que rodeen al vino como a ajenas”. Tanto es así que, “a veces, en mis contenidos se habla muy poco de vino”.
Eso es precisamente lo que buscan sus seguidores, gente de entre 25 y 50 años, que “demuestran cierto interés por conocer cuestiones del sector, quieren beber mejor de lo que beben o desean corroborar que ya bebían bien”.
A todos ellos, Colectivo Decantado les ofrece siempre “contenidos originales”, de cosecha propia. Porque, todo hay que decirlo, Santiago no sigue “mucho a otros influencers, pero me parece que cada vez se hacen contenidos más interesantes, ya sea en redes sociales o en medios especializados o generalistas”.
Su incursión en el sector se produjo de manera muy progresiva, lo que le ha evitado sufrir “mucho rechazo”. La gente “ha tenido tiempo para irse acostumbrando y aunque, quizás muy al principio, alguno fue desagradable conmigo, no puedo decir que el sector me trate mal. Todo lo contrario”.
Pese a todo, como cabría esperar en el caso de cualquier persona expuesta al juicio de las redes sociales, no le faltan los haters, que “me insultan y no les contesto. No voy a perder el tiempo con ellos”. Admite que algunos le “hacen mucha gracia. Literalmente, me hacen reír. Pero vamos, en general, me dan igual”. Más que nada, porque “la mayoría de las críticas que he visto hacia mi discurso están en desacuerdo con lo que creen que digo, no con lo que realmente estoy diciendo”.
Con esto, lo que “realmente quiero decir -y no es que esté menospreciando la capacidad lectora de algunas personas- es que muchos reconocen directamente no haber leído una entrevista o texto de mi autoría, lo cual no les impide ponerlo a parir igualmente solo por el titular y por la idea que tienen de mí”. Otra cosa es “la discrepancia o la duda. A esto siempre respondo dando mi parecer”.
Jóvenes y consumo
Si bien es cierto que las cifras generales de consumo de vino en España presentan una ligera y sostenida tendencia a la baja a lo largo de los últimos años, también lo es que “hay un tipo de vino que cada vez se consume más. Existen referencias que se agotan y gentrifican. Esto antes no pasaba”. Y tiene mucho que ver con el hecho ya mencionado de que “cuando intelectualizas el consumo de vino, no todos sirven”.
En este sentido, Santiago está convencido de que “el sector se está dividiendo, dado que otros vinos, por su escaso interés, van cayendo” porque “el consumidor, cada vez más, ya no bebe por beber. Sabe que el alcohol es malo para la salud, por lo que si decide beber, es para hacerlo bien”. De acuerdo a esta afirmación, los vinos que “responden a ese perfil están triunfando. Los demás tendrán que buscar la manera de reformularse… O morir”.
Y en ese intento de reformulación, los productores deberían “dejar de poner el foco en los jóvenes, en concreto en los menores de 25 años”, principalmente porque “no son ni mucho menos clave para el sector. Nunca lo han sido, al menos en nuestra historia reciente (…) Ya vendrán, cuando tengan tiempo, dinero e interés. No hay que forzarlos, porque se acaba haciendo el ridículo”.
Más de lo mismo
Con la del presente como base, la comunicación del vino a través de las redes sociales en un futuro próximo será “más de lo mismo, que no es poco”. Eso sí, “creo que los sumilleres van a empezar a ganar importancia divulgadora y de prescripción”. Es más, los de cierto tipo de hostelería, la que más cuida el vino, van a conseguir un gran foco de exposición si tienen talento y así lo desean”.