LACRIMA TERRAE
Marta Clot
Cambió la elaboración de pasteles por la divulgación del vino cuando apenas tenía veintitrés años. “Fue totalmente por casualidad”, explica. “Me surgió la oportunidad de apuntarme a un curso sobre la introducción a la cata de vinos y así lo hice, porque me llamó la atención y me pareció interesante”.
No tardó en darse cuenta de que “el vino podía ser un buen complemento de la pastelería” por lo que, coincidiendo con “un momento en el que me planteaba un cambio para seguir ampliando mis conocimientos y seguir creciendo a nivel profesional, no lo dudé y me apunté al curso de sommelier del CETT”, centro universitario de referencia de turismo, hostelería y gastronomía adscrito a la Universidad de Barcelona.
Para compartir sus impresiones y todo lo aprendido, pronto abriría una cuenta en Instagram (@viicompanyia_) en catalán, que no tardó en ser superada por la suya propia (@lamartaclot) en castellano, con 287 mil seguidores actuales frente a los 52,4 mil seguidores de la cuenta original.
En ambas publica sobre todo fotos y vídeos con los que trata de desmitificar, de manera informal y en clave de humor, el halo de misterio que rodea el vino.
Ese sería solo el principio. En estos momentos también publica en Tik Tok (132,5 mil seguidores) y dispone de una cuenta en YouTube (375 seguidores), algo desangelada todavía pero con intención de crecer tanto en contenidos como en seguidores este año. Eso sin olvidarnos de sus colaboraciones en La Cullerada, el podcast gastronómico de Time Out.
“He trabajado mucho para llegar hasta donde estoy. Detrás de los vídeos hay muchas horas y eso se tiene que valorar”
Por Alberto Matos
Sin darse apenas cuenta y a medida que profundizaba en conocimientos, Marta se fue sumergiendo en un mundo cada vez más complejo. En un mundo tan complejo que, curiosamente, genera complejos… “Deberíamos dejar de justificarnos por no entender de vino… ¡Basta ya! Hace unos días hice un vídeo pidiendo que, por favor, paremos de decir eso. Cada vez que lo escucho, me pongo nerviosa, me genera incomodidad”, se lamenta. “Cuando estudiaba, recuerdo que una vez nos dijeron que los clientes y consumidores no tienen por qué saber de vino, que para eso ya estábamos nosotros…”.
Defiende la creencia de que “el vino es para todos y todas” y por eso “siempre intento usar un lenguaje relativamente sencillo y accesible. Me gusta dar sensación de proximidad a la persona que hay al otro lado de la pantalla, así como explicar que el vino es una forma más de entender el territorio y que detrás de una botella hay mucho trabajo”.
Desde su punto de vista, en la prevalencia de este tipo de creencias tiene mucho que ver el propio sector, que “no ha hecho una buena labor de comunicación y ha pecado de dar tanta y tanta información de una forma demasiado compleja para la gran mayoría de consumidores finales”.
Como experta, Marta piensa que “hace falta entender el funcionamiento de las redes si lo que queremos es sacarles el máximo provecho. Las redes nos pueden ayudar a vender y a conocer nuestra marca, pero si cada día te limitas a publicar una foto de tu vino, no vas a conseguir que la gente quiera probarlo”. La estrategia a seguir, en este caso, pasaría por “humanizar tu marca y hacer vídeos explicando tu historia, tu día a día, las complicaciones a las que te enfrentas… Contar qué es lo que hace especial a tus vinos. Solo así vas a aportar valor a tu proyecto y vas a conseguir conectar con los usuarios”.
Y si las bodegas no saben cómo hacerlo, para eso están los influencers. “En mi caso, he trabajado con algunas y me he prestado como altavoz para dar a conocer sus vinos, pero nunca he recibido proposiciones irresistibles”. Por el contrario, Marta se queja de que “lo más habitual es que me escriban para mandarme algunas botellas y para que les haga un vídeo a cambio. Eso está muy bien, porque así puedo probarlas y, si me gustan, compartirlas”. Sin embargo, “he trabajado mucho para llegar hasta donde estoy. Detrás de los vídeos hay muchas horas y eso se tiene que valorar”.
No es que Marta no sepa de las complicaciones del vino, pero es de las que opina que “se nos ha ido de las manos a la hora de explicarlo” y “ahora sufrimos las consecuencias. A muchas personas les asusta el vino, les incomoda y, como consecuencia, dan prioridad a otras bebidas. Ahora nos toca revertir esta situación”.
En este sentido, a lo largo de los últimos años, asegura haberse “dado cuenta de que muchísimas personas tienen un lío tremendo sobre diversos temas. Se les ha dado tanta información que les ha resultado imposible digerirla y, como resultado, tenemos unos consumidores perdidos, que repiten conceptos que han escuchado aunque no sepan lo que realmente significan”.
Por ejemplo, “muchos confunden zonas geográficas con variedades de uva o tipos de vino, piensan que algunas regiones son mejores que otras o no distinguen entre brut y brut nature…”. Así que “para mí, lo más complicado, pero también lo más satisfactorio, es conseguir que una persona que siempre bebe lo mismo pensando que es lo mejor, pruebe otro vino, le guste y se dé cuenta de que tiene ante sí una infinidad de vinos por descubrir que también le van a gustar”.
Cada oveja con su pareja
Marta recurre principalmente a Instagram y TikTok para divulgar sus mensajes, pues estas redes le permiten la publicación de “contenidos fáciles y ágiles”. También cuenta con un canal en YouTube, en sus albores todavía, que tiene previsto potenciar este año “con contenido relacionado sobre todo con el enoturismo”. Esta plataforma “te permite hacer vídeos mucho más largos y poder explicar mejor los matices”.
A través de todas estas vías consigue conectar con todos sus seguidores, que “son consumidores finales, no expertos. Personas que disfrutan bebiendo vino y que encuentran interesante lo que cuento”. Interactúa con ellos “a través de los comentarios y los mensajes privados. Y cuando me encuentro con alguno en la vida real… ¡Me gusta mucho!”. Y eso que a veces se generan malentendidos, como “cuando dije que no había que poner boca abajo la botella en la cubitera cuando te la terminas… ¡Muchas personas piensan que por hacer este gesto les van a traer otra botella y que así están ayudando al camarero!”.
También ha logrado conectar con el sector, “porque, en general, me he sentido muy bien acogida por la mayoría de los profesionales, que además he tenido el placer de conocer en persona”. Pese a todo, la cara menos amable de las redes sociales se revela también en “la parte más conservadora del sector del vino. No se puede gustar a todo el mundo y eso también forma parte del querer cambiar las cosas”.
Y dando un paso más allá, los temidos haters también hacen acto de presencia. Marta los clasifica en varios tipos. Están, “los que me dicen que promuevo las drogas y el alcoholismo, los ‘señoros’ que me dicen que no tengo ni idea, los profesionales a los que mis contenidos les parecen completamente banales, los que me critican por mi acento catalán y mis catalanadas… ¡Estoy entretenida! Afortunadamente, no son muchos…”. Confiesa que “antes respondía a todos los comentarios, incluso alguna vez he hecho algún vídeo en tono de humor contestando, pero no vale la pena. Ahora los ignoro, es imposible dialogar con los haters”.
Más consumo y menos postureo
Ella lo tiene muy claro, una de las razones por la que los más jóvenes no consumen vino hoy es porque “faltan referentes jóvenes que beban vino. El sector está viviendo un cambio de generación brutal, pero no lo explica, no transmite el mensaje al consumidor final”. Otra de las posibles causas, según su parecer, podría ser que “en los espacios donde socializan los jóvenes, o no hay vino o es una opción demasiado complicada en lo que respecta al servicio y el precio”. Así que suelen “acabar optando por otras bebidas más fáciles y atractivas”. En este sentido, “creo que como sector debemos dejar de preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que buscan los jóvenes y preguntarles a ellos directamente”.
Y una de las cosas que probablemente no busquen sean los tintes de esnobismo que a veces tiñen al vino porque, “dependiendo de en qué círculos te muevas, puede haber bastante. No siempre tiene que ser malo, pero cuando es constante, la cosa cambia”.
El postureo también puede hacer mucho daño, pero “se identifica fácilmente cuando, por ejemplo, solo se publican fotos de vinos caros y eventos exclusivos. O bien cuando algunas personas, ya sean del sector o no, hablan de un vino utilizando solo tecnicismos y ese vocabulario tan peculiar y medio poético…”.
La vida en vídeo
¿Cómo ve Marta Clot la relación entre las redes sociales y el vino? El futuro, en su opinión, no será sin “vídeos, vídeos y más vídeos”. La imagen en movimiento seguirá siendo la gran protagonista y permitirá continuar con la labor de “humanizar las marcas”.
“Creo y espero que cada vez haya más presencia activa de las bodegas y las empresas del sector no solo en Instagram, también en TikTok…”.
¡Nos queda mucho por hacer!