Por Arantxa Noriega
Bodegas Fariña es una bodega familiar fundada en 1942 por Salvador Fariña, quien inició su aventura en una rudimentaria bodega excavada en tierra calcárea, en la localidad zamorana de Casaseca de las Chanas. Su hijo, Manuel Fariña, estudió enología y se incorporó al negocio familiar en los años 60. Su pasión por el viñedo le convirtieron en uno de los principales impulsores de la DO Toro y en el primer presidente de su Consejo Regulador. Ese mismo año comenzó la construcción de una moderna bodega en Toro, que supuso una nueva etapa no solo para Fariña, sino para el sistema de elaboración del vino de esta denominación.
Manuel Fariña trajo cambios que han supuesto una auténtica revolución en la zona y que han permitido situar a Toro en el mapa vitivinícola mundial. Hoy, el hijo de Manuel y tercera generación de la familia, Manu Fariña, ha tomado el relevo en el puesto de director de desarrollo e innovación de la bodega. Esta cuenta con más de 300 hectáreas de viñedo propio y compra uva a los viticultores de la comarca.
Los responsables de la bodega han realizado durante varios años un exhaustivo estudio de suelos en distintas parcelas –con altitud, composición e insolación diferentes- para encontrar los más idóneos y plantar variedades autóctonas y experimentales. “Nuestro objetivo es llegar al mercado con vinos diferenciados por el suelo en el que se cultivan las viñas”, señala Manu Fariña.
Por otra parte, junto a la Universidad de Salamanca, la bodega ha obtenido levaduras autóctonas para preservar las características propias de la Tinta de Toro.
Cambio de imagen
Su gama de vinos con DO Toro acaba de renovar su imagen, “trasladando a la etiqueta la elegancia y personalidad de unos vinos que son la expresión líquida de la tierra y de la variedad con la que están elaborados; representan una línea con identidad propia en la región”, comentan en la empresa. Además, aquella primera bodega de Casaseca de las Chanas, en la Tierra del Vino, creció y evolucionó también al ritmo que requerían los nuevos tiempos. La incorporación de las nuevas tecnologías le ha permitido orientar su producción hacia un mercado vinícola cada vez más exigente y competitivo. Bajo el lema de calidad de Vinos de la Tierra de Castilla y León, la bodega ofrece interesantes elaboraciones de Moscatel y Albillo, y una nueva línea llamada ‘Modernas Tradiciones’, que incluye vinos como ‘Águedas’, un blanco Malvasía con crianza sobre lías, y ‘Mascaradas’, un Tempranillo elaborado con uvas de siete parcelas con seis meses de crianza, “que parte de la experimentación con tipos de suelo diferentes y formas de elaboración novedosas”, explica Manu Fariña.
En materia de viticultura –señala-, “en cada parcela tenemos diferenciados distintos sectores por tipos de suelo, en los que contamos con sensores de humedad para controlar el estrés hídrico de las plantas. También trabajamos con sensores predictivos de enfermedades que miden las condiciones meteorológicas y unen esos datos con las predicciones de la zona, lo que nos da las posibilidades de desarrollar enfermedades fúngicas en las viñas”.