
![]() | González Byass-Jerez | ![]() | DO Jerez |
Por Raúl Serrano y Vanesa Viñolo
La añada: Desde hace 187 años, González Byass ha ido seleccionando, cuidadosamente, las mejores botas de roble americano para la crianza y envejecimiento como Vino de Añada. La sabiduría, el tiempo y la naturaleza han dado finísimos Olorosos y sublimes Palos Cortados, además de excepcionales Amontillados. La Añada 1975 es un nuevo capítulo de esta historia de los vinos de Jerez.
1975 fue un año crucial para España. Fue el año en el que murió Franco y al tiempo, el inicio del imparable camino hacia la democracia, con la coronación de Juan Carlos I. También fue el año de la decisiva 'Marcha verde' en el Sáhara y el momento en el que, por fin, terminó la Guerra de Vietnam. Pero volvamos a esa España del 75, una España en la que poco a poco iba entrando el aire fresco de la democracia y en la que el papel público de la mujer cada vez tenía más fuerza. 1975 es el Año Internacional de la Mujer y desde entonces, cada 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer. Ángel Nieto volvió a ser campeón del mundo por sexta vez en 50 cc., el destape protagonizaba la pantalla grande y en las calles nos hacíamos “europeos” a base de pantalones campanas y moda ye-yé. Y mientras en las calles los jóvenes creaban su propio lenguaje y su futuro, en González Byass nacía este amontillado tan especial y, si se me permite, aunque a un nivel mucho más discreto por supuesto, en el madrileño Hospital de La Paz, la que suscribe estas líneas.
Edición limitada: Embotellado en Rama, sin filtrar, ni estabilizar, solo se han elaborado 2.000 botellas de este amontillado que ha alcanzado el equilibrio y se encuentra a un paso de la perfección.
Cata de lujo: Muy complejo, primero encontramos las notas de esa crianza biológica y después las propias de la oxidativa, creando la sensación casi mágica de ver pasar el tiempo en la copa. En la nariz, que es punzante, compleja, elegante y al tiempo muy intensa, encontramos notas de frutos secos (avellanas sobre todo), con un punto de caramelo, notas de arpillera, de fruta deshidratada (como los orejones), incluso de fruta escarchada… Un universo de aromas. En boca es vaporoso, salino, de entrada amable, resultando amplio y muy muy largo, casi sin fin. Es tan sobrio como la gran soleá de un gran flamenco.
Ritual: Se debe servir en una copa de cristal fino, con un amplio cáliz, tallo alto y boca de apertura media para concentrar aromas. Temperatura de servicio entre 10 y 12 ºC. Es un vino exclusivo y potente, de meditación, perfecto para disfrutarlo solo o acompañando quesos muy curados, frutos secos, carnes rojas o embutidos.