
El gran blanco de guarda de François Lurton en Rueda
Por Vanesa Viñolo
He de reconocer que la Sauvignon Blanc no es, a priori, una de mis variedades favoritas. Quizá la "culpa" la tengan esos varietales tan dominantes (siempre digo que es una uva muy "mandona") a los que estoy acostumbrada en España y que nada tiene que ver con los complejos, sutiles y elegantes Sauvignon Blancs de otras latitudes, como esos blancos del Loira que me enamoran.
Así que cuando acudí a la presentación de este monovarietal elaborado en La Seca tenía mis prejuicios. Aunque la firma de François Lurton, maestro elaborador de esta variedad a lo largo y ancho del mundo, era un buen salvoconducto. Y no me defraudó. Crear un Sauvignon Blanc de guarda en nuestro país era la espinita clavada de François. Fue la razón por la que vino junto a su hermano a España hace ya unas décadas, pero no encontró una Sauvignon Blanc lo suficientemente interesante para ser elaborada a solas. Era demasiado cálida, así que solo la utilizó como complemento de sus vinos, tanto en los de La Seca como en los que elaborara con su hermano en Villafranca del Duero.
Un cabo suelto que, al fin, ha conseguido atar tras encontrar, hace dos años, la viña perfecta para este cultivo. Es una pequeña finca, de media hectárea, un terruño arcillo-calcáreo con menos grava que lo que es habitual en la zona, con viñas de esta variedad con más de 20 años de edad, al que ha dado la vuelta hacia lo orgánico (como todo su viñedo, de inspiración biodinámica), ofreciéndole una nueva fuerza. Así la uva consigue la acidez necesaria para la guarda que él deseaba.
Bautizado como Harmonía, la hija del dios Ares y Afrodita (el rayo de su etiqueta es el rayo que lanzó su padre en el Campo Elíseo), este blanco de guarda utiliza levaduras indígenas para preservar el carácter del terruño al máximo. Realiza su fermentación en roble francés y tras unos 3 meses, pasa hasta cumplir el año a unas curiosas ánforas de gres con ruedas. El ingenioso mecanismo "rodante" les permite mover las lías sin necesidad de battonages, ya que, nos cuenta Lurton, éstos favorecen la oxidación, algo que quiere evitar a toda costa, ya que la Sauvignon Blanc tiene menos tanino que el verdejo o la chardonnay, se oxida más fácilmente.
El resultado, catado en este momento tras 6 meses escasos de botella, es un blanco que ya demuestra una estupenda complejidad pero que, en mi opinión, alcanzará su momento más elegante y completo en un par de años. Un blanco al estilo de Loira que derrocha ya elegancia, con una nariz sutil, con ciertas notas minerales, a la que ahora le cuesta abrirse y con una boca en la que el equilibrio, la finura y una acidez perfectamente integrada ya te hablan de un vino importante.
Aunque aún no ha salido al mercado y de esta añada se elaborarán poco más de 400 botellas (en sucesivas añadas se alcanzarán las 1500-2000 botellas), su precio no será apto para todos los bolsillos (en torno a los 100 euros).