Opinión

Historias del Vino

Publicado el 28/02/2023 Categorías : Opinión, REVISTA
Historias del Vino

Por Alberto Saldón, director de Marketing en Bodegas LAN, grupo SOGRAPE España

Me gusta el vino. Arrancar con esta confesión puede parecer políticamente incorrecto en los tiempos que vivimos, así que añadiré que con moderación. Con la moderación que dice un buen amigo, “sé que tengo que dejar de beber vino cuando pronuncio Carolina Herrera como lo hacen en los anuncios del perfume”. Bromas aparte y con la moderación por delante. Insisto, me gusta el vino.


Me gusta el vino casi tanto como las personas del vino, y de eso va esta tribuna libre: de vino, de personas y de las fabulosas historias y anécdotas del vino que el día a día nos va regalando.
Julio Iglesias, los que me conocen saben que es uno de mis pequeños fetiches, también lo dijo y lo sigue cantando y diciendo. Le gusta el vino, entre otras cosas. El bueno de Julio es protagonista, además, de algunas de las historias más divertidas que conozco en el mundo del vino español. La última me la contaba recientemente una fabulosa compañera de trabajo en Santiago Ruiz, Doña Rosa Ruiz, hija del padre del Albariño y actual líder de la bodega gallega. Con su especial elegancia y gracejo de granaína residente en Galicia desde hace décadas, me contaba lo que le sucedió a su padre con Julio Iglesias en una Fiesta del Albariño hace ya más de 30 años. Don Santiago Ruiz se percató de que el joven apuesto que se sentaba a su lado para recibir el premio copaba los focos de los periodistas de la época que cubrían el evento y el de los avezados turistas que portaban aquellas primeras cámaras analógicas de fotos. Observando el revuelo que además levantaba el sonriente y enigmático vecino, se atrevió a preguntarle de qué bodega venía. Seguro que Julio le sonrió y aquello fue el principio de una nueva amistad.
Algo parecido le debió de pasar también a Julio Iglesias en la carretera nacional 122, en la que conoció a Alejandro Fernández y donde, cuenta la leyenda, la fortuita avería de un vehículo llenó el maletero del cantante de vino de Pesquera y de la amistad de Don Alejandro Fernández para siempre.
No lejos de esa carretera ribereña se cargó también el primer envío de Pingus a América, aquella expedición que acabó bajo el mar por el naufragio del barco que la portaba, forjando un mito que hoy continúa. Nunca sabes cómo un detalle, una historia o leyenda, puede cambiar tu destino para siempre.
En todas las casas se cuecen habas y al igual que en otros sectores, las hazañas y peripecias de los productores, los devenires de los clientes y la alegría particular generada por el vino que vendemos y bebemos hacen que nuestra industria sea un hervidero de maravillosas y desternillantes historias del vino. Y si no, que se lo pregunten a unos famosos bodegueros riojanos que recibieron como primer pasajero en su recién estrenado helipuerto a un agente de la benemérita que surcaba el cielo riojano en el Pegasus y que no pudo contener más un apretón y bajó a utilizar el baño de la bodega. Realidad o ficción…
Historias de vino, fraguadas en noches de karaoke y en catas y ferias sectoriales en los cinco continentes. Momentos únicos que nos hacen sonreír recordando a maravillosas personas que son familia después de tantos años y memorias. Después de tantas Historias del vino. Y por todas las que vendrán.

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