Por Manuel Herrera, propietario de Finca Herrera Vinos y Viña Española Consultoría
Vinos viejos y sabios. Vinos mágicos. Grandes tintos, y nuevos y apasionantes blancos para guardar. Vinos de pueblo, de paraje, nuevos viñadores... Terroir. El apasionante tirón de Jerez, que está de moda desde hace unos años y que produciendo los mejores y más complejos vinos del mundo al mejor precio, sin embargo sigue bajando sus ventas a un ritmo sostenido del 3% anual.
Menos mal. Menos mal que hay grandes aficionados, grandes que escriben y recomiendan y generan interés y cultura para que estos vinos, tan necesarios, se consoliden. Pero no todo el mundo puede permitirse este tipo de vinos, ni este tipo de vinos sirven, en mi opinión, para cualquier momento. Entonces, ¿qué pasa con los vinos jóvenes, ya no digamos con los consumidores jóvenes? ¿Cuántos vinos jóvenes de verdad y de calidad hay? ¿Cuántos se preocupan de producir apasionantes tintos jóvenes? ¿Hay mercado para ello? ¿Gustan?
Me contaron que de la antigua Persia venía la costumbre de ir poniendo una rama en las puertas de las casas que ya tenían vino nuevo del año y así, de casa en casa y de puerta en puerta, llegaban los vinos jóvenes. De ahí el nombre de “Vinos en rama”. Me encantan los tintos jóvenes y las maceraciones carbónicas, sean o no de libro. La mayoría, bien hechas, son deliciosas... De Tempranillos y algo más en Rioja, de Mencías en Bierzo, de Garnachas en Borja, de Tintoreras en Almansa... Para tomarlos frescos en jarra y vaso con los amigos: una delicia.
Y otros jóvenes embotellados a principios de primavera, -momento en el que se deberían embotellar todos los vinos,- más asentados, pero que siguen dando esas fragancias a frutas y flores, esas bocas amables y de buen beber. Vinos de toda la vida en La Mancha, Jumilla, Toro... Los cosecheros de Rioja. ¿Qué pasa con ellos? ¿Son menos vino? ¡Y una leche! Que le pregunten a nuestros padres y abuelos. Esos cosecheros del año que se bebían en toda España, como alimento muchas veces. ¡Que las tinajas no son de ahora y tenían forma de tinaja como Dios manda, no de huevo! Los huevos, fritos, con pisto, un pan y una buena frasca de tinto fresco.
Aquí sí tenemos los mejores vinos jóvenes del mundo y los bebemos poco. Les damos poco y menos valor. La palabra crianza a veces hace daño. La de roble más, mucho más. Ya que de roble desgraciadamente se venden infusiones, que gustan a un público que quizá no haya probado la pureza y honestidad de vinos jóvenes de verdad. El bag-in-box debería, como en los países del norte de Europa, ser nuestra próxima moda, con vinos jóvenes de calidad. Tres litritos en nuestra nevera, fresquitos, muy bien conservados, con nuestro grifo. Para cuando apetezca. Beberíamos más vino y mejor. Pero miren que no lo veo... Deberían volver esos viejos tiempos donde se iba a los colmados o despachos de vino, o a cooperativas, a llevarse sus garrafillas de vino.
Animo también a los nuevos y viejos viñadores a hacer grandes vinos jóvenes. No es fácil. Y a ustedes, por favor, investiguen esta primavera -a la que está costándole entrar y esperemos no deje muchos daños en las viñas-, sobre estos jóvenes desbordantes de generosidad, de fruta, amabilidad y frescura. Que enseguida llegan los calores y las bicicletas son para el verano. Que tengan muy buena primavera y mejor vino.