Por Santi Jordi
Elaborador y presidente de la Federación Española de Asociaciones de Enólogos y de la Unión Internacional de Enólogos
Especialistas financieros y economistas de prestigio recurren al abecedario para explicar la situación que atravesamos y la futura reactivación. Al principio de la pandemia soñábamos con la deseada “V” (caída de la economía pero rápida recuperación), sin conocer aún las medidas de confinamiento y dudosas estrategias políticas. Hoy, esa “V” se podría transformar en una “U”. Si hablásemos de una “V” podríamos estar en la senda de recuperación para el año 2021 pero, en contra de lo deseado, la ‘’U’’ nos hace pensar que la salida de esta recesión no llegará hasta que las medidas políticas y estratégicas empiecen a dar resultado, es decir, que no veremos la luz hasta el último trimestre de 2021 o principios de 2022.
Lo peor de esto es que entra en escena otra letra del abecedario nada positiva: la ‘’L’’, que comparte con las dos anteriores (“V’’ y “U’’) el temido descenso en el que nos encontramos, pero con el agravante de la permanencia en el tiempo de la situación más precaria. A ello añadimos la incertidumbre de no saber cuándo comenzará la recuperación, que se encuentra vinculada a las decisiones políticas (muy a nuestro pesar, distan mucho de las soluciones que tendrían que acometer para comenzar con la pronta solución).
En cuanto al mercado del vino, y una vez publicadas las medidas aportadas desde el Ministerio de Agricultura al sector bodeguero, podemos considerar que, al igual que nunca llueve a gusto de todos, las ayudas al almacenamiento y a la destilación beneficiarán a unas zonas más que a otras, ya que que el coste de producir uvas y vinos de calidad no se sufraga con la ayuda propuesta por la Administración.
Además, la estrategia comercial por parte de las bodegas debe adaptarse a los nuevos tiempos post COVID-19 de una forma obligada. Del comercio exterior tendremos que olvidarnos hasta recuperar la confianza en nuestros mercados, reciclarnos estratégicamente y desarrollar herramientas con nuevos modelos para acercar la venta directa en retail o plataforma directa. Todo lo sucedido obligará a que aquellas generaciones que aún no estén vinculadas con la era de la digitalización viren a un modelo de consumo más tecnificado. En resumen, el sector vitivinícola español tiene el reto y la gran oportunidad de fortalecer este canal, al cual nunca se le había prestado la suficiente atención.
De este modo, el consumidor tendrá la posibilidad de investigar y seleccionar este interesante y enriquecedor segmento de vinos españoles (a la altura de cualquier otro en cuanto a calidad y precio), posibilitando, por tanto, su consumo y disfrute de forma más frecuente.
Esta situación traumática hay que tratarla y entenderla como una gran oportunidad para aquellas bodegas que carecen de tamaño comercial, y que deben estar presentes en las nuevas plataformas digitales. Por tanto, tenemos que aprovechar todo lo positivo que nos ofrece la globalización y hacernos fuertes de esta gran crisis que, sin lugar a dudas, algún día pasará.
Esperamos que en el futuro podamos contarles a nuestros nietos no solo las “heridas de guerra” que nos dejó esta pandemia sino también los aspectos positivos de la misma.