"La mayoría de los expertos están de acuerdo en que el cambio al comercio electrónico se mantendrá"
Por Alberto Matos
La columnista Lettie Teague escribía en el Wall Street Journal que “de todos los blogs en la enorme, enorme blogosfera, uno de los que más estoy deseando leer es The Wine Economist, de Mike Veseth. No hay nada que se le parezca. Una mezcla de visión económica y, a menudo, un portavoz irreverente del vino”. Y es que, este profesor emérito de Política Económica es toda una autoridad en los mercados internacionales del vino. Unos mercados que recorre incesantemente para obtener información y elaborar sus conclusiones.
Unas conclusiones que publica en The Wine Economist. Y en más de una docena de libros. Uno de ellos, Globaloney, era seleccionado como el “Mejor Libro de Negocios de 2005” por Library Journal. En 2010, Veseth recibía la distinción de Profesor del Año en Washington por la Fundación Carnegie para el Avance de la Enseñanza. Jancis Robinson reconocía su Wines Wars como uno de los libros de vino del año 2011 y, en 2015, la prestigiosa publicación gastronómica Gourmand International consideraba su blog, The Wine Economist, como el mejor del mundo en la categoría de vinos.
Con ese curriculum, lo que tuviera que contar sobre la situación que actualmente atraviesa el vino merecía ser escuchado. Y él, muy profesional, se prestó a hablarnos.
Las cosas ya no iban del todo bien para la industria del vino antes de la actual crisis por la COVID-19: aranceles estadounidenses a los vinos europeos, consecuencias impredecibles de un Brexit que nunca llega a término, caída de las exportaciones a China… ¿Cómo era realmente la situación y cómo ha empeorado debido a la pandemia?
La situación antes del coronavirus era seria. Cada país lidiaba con sus propios problemas, aunque había uno que era común para todos: un superávit estructural de vino y de uvas que se combinaba con una caída de la demanda por parte del consumidor en algunas regiones, mientras se estancaba en otras. No era una situación cómoda.
¿Cómo afectará la recesión económica y la creciente tasa de desempleo en todo el mundo a la industria vitivinícola a corto y largo plazo?
El corto plazo será complicado. Las ventas en supermercados y online se han incrementado en muchos sitios, mientras que las de los bares, restaurantes y tiendas físicas de las bodegas se han desplomado porque se han visto obligados a cerrar. Algunas bodegas han sabido aprovecharse de estos cambios pero otras, especialmente aquellas que principalmente destinan su producción al canal HoReCa, han sufrido grandes pérdidas. Algunas bodegas pequeñas lo tendrán muy difícil para recuperarse si la crisis se prolonga durante muchos meses más. El largo plazo es más difícil de pronosticar. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que el cambio al comercio electrónico se mantendrá. Lo que tarden en recuperarse las bodegas que venden a través de sus tiendas físicas o que cuentan con la restauración como su principal cliente es complicado de saber.
¿Cuándo cree que la industria del vino comenzará a recuperarse tanto global como localmente, especialmente en países como Estados Unidos, España, Italia, Francia y Reino Unido, tan azotados por el coronavirus?
Desafortunadamente, creo que la recuperación del sector del vino se retrasará hasta 2021, lo cual supone un problema porque las existencias de vino aún serán muy elevadas cuando se realice la vendimia de 2020. Los productores tendrán que hacer elecciones difíciles cuando se encuentren con los depósitos llenos y con nuevas uvas llegando a la prensa.
No hay acuerdo sobre el modo en el que la economía se recuperará (en forma de V, W, U o L)… ¿Cuál cree que será la opción más probable?
Sospecho que muchas economías experimentarán una recuperación en forma de W, en la que se producirá una crisis financiera al tiempo que el sistema económico comience a recuperarse de los efectos del confinamiento. Me temo que, en Estados Unidos y algunos otros países –quizás Italia-, la recuperación tendrá forma de L, con un largo periodo de estancamiento. Este escenario contempla negocios “zombie” fallidos, que no acabarán desapareciendo debido a las ayudas de los gobiernos, pero tampoco crecerán ni crearán nuevos empleos. Este es, sin ir más lejos, el problema al que se enfrentó Japón tras el colapso de su economía hace unos años.
La COVID-19 es una pandemia que los países no están combatiendo globalmente, sino de manera individual. ¿Espera que suceda lo mismo con la recuperación de la industria vitivinícola?
Sí. No tengo muchas esperanzas en una cooperación seria entre países en respuesta a la crisis del sector del vino, pero me encantaría estar equivocado.
Algunos expertos apuntan a que nuestro estilo de vida cambiará para siempre. Si esto es así, ¿de qué manera se debería preparar la industria del vino?
El famoso economista Kenneth Boulding estudió una vez la historia del futuro. Es decir, miró hacia atrás en la historia para ver qué es lo que la gente había vaticinado para el futuro. Luego comparó esas predicciones con lo que realmente había sucedido y se dio cuenta de que, cuando el futuro finalmente llegaba, la gente se llevaba muchas sorpresas. Así que dio este consejo: “la mejor manera de preparase para el futuro es ¡prepararse para sorprenderse!”. Creo que ese es el mejor consejo que le podemos dar a la industria del vino en estos momentos.
Con la mayoría de bares y restaurantes cerrados o a medio gas en buena parte del mundo, ¿de qué manera está reaccionando la industria del vino?
Aún es demasiado pronto para responder esta pregunta. Todo el mundo está tratando de asimilar el impacto ahora y tardaremos todavía unos meses antes de poder plantear diferentes estrategias y determinar cuál podría ser la más efectiva.
Las ventas de vino online están incrementándose exponencialmente en todo el mundo. ¿Cree que esta tendencia se mantendrá en el futuro o, al menos, no decrecerá una vez se controle la pandemia?
Sí, ese es sin lugar a dudas mi punto de vista. La inclinación del consumidor hacia el comercio electrónico y al reparto a domicilio existía ya antes de la crisis del coronavirus y no desaparecerá cuando se acabe la emergencia. Esto será parte de la “nueva normalidad” a la que nos tendremos que adaptar. Aquí, en Estados Unidos, el sistema de “Amazon Prime” ha acostumbrado a los consumidores a creer que todo lo que deseen debería estar disponible casi inmediatamente. Solo basta con hacer unos pocos clics en la web y llegará como por arte de magia al día siguiente, o incluso antes. Si el vino no se integra en
este sistema de gratificación instantáneo, entonces sufrirá.
En términos generales, ¿están los productores y distribuidores de vino bien preparados para vender sus productos online? ¿Qué países están más adelantados?
Los productores han aprendido muy rápido sobre cómo crear o mejorar sus infraestructuras para vender online. El tema aquí es el cumplimiento o, lo que es lo mismo, quién puede entregar de manera más efectiva sus pedidos una vez que se han realizado. Mi percepción es que –y aquí podría estar equivocado- muchos sistemas de distribución europeos son más avanzados que los nuestros en Estados Unidos.
En su opinión, ¿qué futuro le espera a la industria del vino española?
El sector del vino español tiene un futuro brillante por delante, a pesar de que, como sucede en todas partes, se enfrenta a ciertos desafíos a los que debe adaptarse. El foco -y ahora más que nunca- debe ponerse sobre la mejora de la calidad y en enfatizar las cualidades que lo hacen distinto. El hecho de que los vinos españoles se ofrezcan a buenos precios es una ventaja ahora, pero es importante que construyan una imagen de marca, de modo que se perciban como vinos de excelente calidad y valor, no como vinos baratos.
Otra fuente, más o menos importante, de ingresos para las bodegas es la actividad enoturística. ¿Qué debería hacer la industria para adaptarse a los nuevos tiempos?
Lo pequeño es bello. Esta idea será más importante que nunca para el sector enoturístico e, igualmente, para el turismo en general. Las visitas a las bodegas serán más personalizadas y se reservarán las grandes reuniones a los espacios virtuales en muchos casos.
Por favor, envíenos un mensaje de esperanza. ¿En qué debería creer la industria del vino a partir de ahora?
Soy muy optimista sobre el futuro del sector del vino a largo plazo. La del vino no es la única industria que se enfrenta a cambios en estos momentos. No estamos solos y, de hecho, nuestros problemas son menores que los de otras muchas industrias. Encontraremos soluciones porque la gente del vino es creativa y determinada. Tanto el vino como la gente que lo elabora y lo disfruta resistirán.
¿Qué tienen los vinos que inspiran tal devoción?
Para intentar responder esa pregunta, he escrito un libro. Se llama Around the World in Eighty Wines (La vuelta al mundo en ochenta vinos) y transporta a los lectores a los cuatro rincones del mundo en busca de la gente que hacen indispensable el vino y sus inspiradoras historias. No puedes completar este viaje si no crees, como yo lo hago, que el vino ¡saldrá victorioso frente a los desafíos de la actual crisis!
Cualquier reunión de amigos. El agua nos aleja, como suelo decir, mientras que el vino nos acerca.
¿Puedo elegir dos zonas? Collio y Collio Orientali del Friuli, al noreste de Italia, y Cape Winelands, en Sudádrica.
¡Hay tantos entre los que elegir! Si debo quedarme con solo uno, eligo Vinum Restaurant, en la hospedería de Graham’s Port, en Oporto (Portugal). Eso, sin olvidar terminar el menú con queso Stilton y una copa de Graham’s Tawny Port de 20 años.
Un jugoso chuletón argentino con un delicado Malbec, quizás del Valle de Uco.
Pinchos y vino en la calle Laurel de Logroño compartidos con buenos amigos. ¿Qué podría haber mejor?