
Por Alberto Matos
Decía John Lennon que “la vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”. Y qué razón tenía. Hace tan solo unos meses, la mayoría de españoles celebrábamos la llegada de 2020 entre brindis y alegrías, pidiendo al nuevo año que nos proporcionara salud, dinero y amor. Amén de la fuerza de voluntad necesaria para llevar a cabo nuestros propósitos de enmienda. Y ahora, con la pandemia por coronavirus aparentemente controlada, ni siquiera sabemos qué es lo que va a suceder mañana.
El coronavirus nos ha enseñado muchas cosas, pero si hay una que destaca sobre el resto es que el futuro no existe. Ya nos podemos empeñar en planificarlo todo, que cualquier contratiempo puede tirar nuestros proyectos por tierra.
Nada nuevo en la historia de la humanidad, que ha demostrado una increíble capacidad de resiliencia para sobrevivir hasta nuestros días. Y eso es precisamente lo que seguimos haciendo en todos los ámbitos de la sociedad.
Confinados en casa, el sector del vino también se ha visto obligado a adaptarse a marchas forzadas a las nuevas circunstancias y, de los primeros signos de solidaridad demostrados por bodegas y productores, hemos pasado a la reinvención de los canales de venta. Eso sí, en la medida de lo posible, porque el vacío dejado por el cierre casi total del canal horeca difícilmente se puede rellenar. O quizás sí, todo dependerá de lo que nos traiga la “nueva normalidad”.
Según Nielsen, las compras online de vino en supermercados e hipermercados, que representan alrededor de un 70% del total, se vieron incrementadas un 20% entre los años 2018 y 2019. Ese mismo porcentaje interanual se elevaba durante alguna semana del confinamiento hasta un 40%. Una tendencia imparable que solo se ha acelerado más recientemente y que, una vez se estabilice y ofrezca un respiro al aparato logístico de las distribuidoras, habrá llegado para quedarse.
También lo habrá hecho en el canal de vinotecas, clubes de vino y tiendas especializadas, de las que, lamentablemente, no se puede conocer a ciencia cierta su evolución a lo largo del Estado de Alarma. En cualquier caso, y de acuerdo con lo expresado por las principales plataformas nacionales de venta de vino, las ventas también se han disparado.
No sorprende así la incesante actividad de muchas bodegas durante estos meses que, en algunos casos, han precipitado la creación de sus propias tiendas online y, en otros, han tratado de hacer más llevadera la situación con todo tipo de propuestas. Desde catas online hasta visitas virtuales, charlas con expertos y brindis virtuales. Eso sin contar con sus promociones especiales, sin gastos de envío en muchas ocasiones.
Parte de la demanda perdida por el canal hostelería ha sido absorbida por el canal alimentación, incluidas los canales distintos a los supermercados e hipermercados. Qué porcentaje retendrá ya es cuestión de esperar.