Por Raúl Serrano
Un año más se celebró el Salón de Vinos Radicales en Madrid. Su escenario, el COAM (Colegio Oficial de Arquitectos) como es de costumbre, y allí estábamos para seguir de cerca los vinos más rebeldes luchando contra lo más tradicional.
En esta edición participaron 34 bodegas; 31 de ellas procedían de comarcas vinícolas de España y, como siempre, las tres restantes de un invitado de honor, en este caso, del Sudoeste de Francia (Jurancon, Cahors y Madiran).
La cata inaugural se centró en el lado más rosa del vino. Siete fueron los vinos presentados, y cada cual más diferente. Alguno más radical que otro. Exopto abrió la cata, y no por falta de color, el vino se hacía más pequeño sino todo los contrario. La nariz es fresca y una boca grasa que aporta volumen al vino, Alta Alella y su Tallareta potente y aromático, donde cabe destacar su parte mineral, Alta Pavina y, cómo no, el uso acertado de la Pinot Noir que nunca nos deja indiferentes. Llegó el turno a Le Rosé, un rosado de tierra y viña pero, sobre todo, de personalidad de su enólogo; Celler del Roure nos trajo Les Prunes, quizás el más radical de todos los rosados presentados pero con un resultado excelente. Abadía da Cova nos sorprendió con una caiño elaborada en rosado, cuerpo, aroma y longevidad en boca. Por último, se presentó Finca Torremilanos, que mostró su Ojo de Gallo, curioso, necesitado de tiempo y quizás no en el lugar de cata más acertado.
Pantone variado
Podría decir que todas y cada una de ellas mostraron la parte más radical de sus vinos, ya sea por elaboración, por tipología, variedad o forma de ser. Para gusto, los colores, y aquí el pantone era tremendamente variado.
No me gustaría hacer de menos a ninguna bodega pero siempre hay cosas que sorprenden más que otras y, como soy amigo de lo radical, diré que había vinos estupendos y curiosos que me llamaron la atención. Por ejemplo, Carlos Fernández con su Abuela Visi; se trata de un tinto que desprende fruta como si no costara - aunque nos toca esperar todavía un poco para poder saborearlo en su totalidad-. Mi amigo Norel ('el escocés volante') llegó con un coupage de añadas Manda Huevos, con una amplitud exquisita; el Eklipse de Itsasmendi, descomunal. Con Antídoto, de Bertrand, estaría como los peces del villancico. Cómo no disfrutar como un loco con Belarmino y una simple GARNACHA con mayúsculas, y con un Ganadero, que siempre te saca una sonrisa. Más que Vinos mostró blancos y tintos señoriales; el Barranco de San Ginés de Macrobert & Canals, es un vino y viñedo singular; Valquejigoso enseñó el Poder del V2 y la singuralidad del Mirlo Blanco, Ánima Negra, Cañadilla, Lavinyeta, etc
Podría decir que disfruté con todos y cada uno de ellos, como seguro que el resto de los asistentes hizo lo propio.