
Cuando un vino habla el lenguaje propio de su suelo
Josep Grau decidió apostar por lo que más feliz le hacía: volver al campo que le vio nacer y recuperar una energía que no había encontrado en otros lugares y con otros proyectos. Así, en su Gratallops natal, hace, por fin, los vinos que le gustan. Al margen de modas, estilos y tendencias, apuesta por elaborar, desde el corazón, vinos auténticos y esenciales, sin artificios, dejando que la viña hable en su idioma.
Cada uno de sus viñedos tiene su propia personalidad y Josep intenta preservar su pureza a través del trabajo en ecológico y con algunas labores de agricultura biodinámica. Así lo hace con este blanco que nos ha cautivado, un vino elaborado con garnacha blanca plantada en granito, suelo del que recibe su nombre, en el que Grau ha optado por una respetuosa crianza en foudre redondo de 2.000 l. de roble austríaco de Stockinger, para preservar toda la esencia de la uva y de su peculiar terruño. El resultado es un vino de magnífica elegancia y complejidad, en el que fruta, crianza y ese apunte mineral constante, se van fundiendo para crear un conjunto que se hace grande.