Hablar de Mencía es hacerlo de El Bierzo, donde es la reina del viñedo, aunque podemos encontrarla en otras partes de Castilla y León y en la zona sureste de Galicia (Monterrei, Valdeorras y Ribeira Sacra, principalmente).
Como suele ser común en estos casos, sus orígenes son dudosos. Algunos investigadores la ligaban a la Cabernet Franc, suponiendo su entrada en la península a través de los monjes cistersienses, grandes precursores de la vitivinicultura ibérica, y a los peregrinos del Camino de Santiago. Sin embargo, las investigaciones de carácter ampelográfico que se han realizado a esta casta la desvinculan de su falsa hermana francesa, asegurando que es una variedad autóctona del noreste ibérico y que ha estado presente en nuestros viñedos al menos desde el Imperio Romano.
Una uva de marcada personalidad que, gracias a las nuevas generaciones de vitivinicultores, ha sabido empoderarse y convertirse en una de las variedades más interesantes y especiales del mejor panorama vitivinícola español.
Reconoceremos los mencías por su intenso color amoratado y su alta intensidad aromática, en forma de cerezas y frambuesas y un marcado carácter floral, de regaliz y hierba seca. En boca cuentan con una estupenda acidez, frescura y taninos aterciopelados.