
“Es mejor beber menos y bueno que beber por beber”
Por Alberto Matos
Es rubia, pero no tonta. Todo lo contrario. Entre otras muchas cosas es sumiller, comunicadora y autora de varios libros. Sus destrezas enológicas le han hecho merecedora de numerosos premios, nacionales e internacionales. También es feminista, mucho. Desde joven se ha visto obligada a lidiar con más de uno que, siempre con unas copas de más, ha intentado sobrepasarse con ella. También ha sido testigo de cómo el abuso del alcohol ha cambiado para siempre la vida de varias personas de su entorno más próximo. Pese a todo, Meritxell Falgueras no está en contra del consumo de alcohol, y mucho menos de vino. Al contrario, aboga por beber vino, bueno y en poca cantidad. Esta barcelonesa, quinta generación de la veterana enoteca Celler de Gellida, solo quiere concienciar a la gente y, especialmente, a los profesionales del vino, de la necesidad de controlarse.
Ella hace visible una amenaza que acecha especialmente a los profesionales de un sector que tienen la tentación al alcance de su mano.
A veces puede dar la sensación de que, con tus mensajes, estás en contra del consumo de alcohol y, por tanto, de vino. ¿Es así?
Yo no estoy en absoluto en contra del consumo de alcohol, y mucho menos en contra del consumo de vino. Creo que este producto forma parte de nuestra cultura mediterránea, de nuestra manera de ser. Lo que no es normal es que antes se consumiera moderadamente y que ahora el alcohol esté presente en todos los eventos. Este hecho hace difícil que pueda consumirse con moderación. El estilo de vida actual no lo pone nada fácil.
Yo intento controlar mucho lo que bebo, porque el hígado necesita unos días para recuperarse. También lo hago por dar ejemplo en el sector y por dar ejemplo a mis hijos. No quiero que piensen que solo es posible pasárselo bien con una copa de más.
Por lo que tú has podido ver, en general, ¿has detectado que exista una relación poco sana entre el vino y los profesionales de este sector?
No, no creo que exista un problema generalizado de alcoholismo como tal, si es a eso a lo que te refieres. Lo que sí veo es que, cuando uno se dedica a este mundo, muchas veces pasa que la gente bebe y come en exceso, y eso puede acarrear problemas de salud derivados de una sobrecarga del organismo a lo largo de los años.
¿Por qué crees que no se habla abiertamente de esto?
Por una parte, que no se hable abiertamente de ello me extraña, pero por otra interpreto que, hasta ahora, el sector del vino ha sido eminentemente masculino. En mi opinión, los hombres no suelen ser tan abiertos a la hora de confesar sus debilidades, como puede ser una relación no saludable con el alcohol. Pienso que las mujeres somos más abiertas a la hora de comunicar nuestras emociones y sentimientos. Aunque, siendo honesta, todo esto está cambiando mucho en los últimos tiempos, pues ahora la inteligencia emocional está empezando a recibir la atención que se merece.
¿Qué te lleva a ti a hacerlo?
A mí, personalmente, lo que me llevó a hablar de este asunto fue el hecho de quedarme embarazada y sufrir varios abortos. Lógicamente, durante todos estos procesos no bebía, pero me sentía obligada a justificarme todo el tiempo. Además, uno de mis mejores amigos era alcohólico, aunque afortunadamente solucionó ese problema. Mi pareja tampoco bebe alcohol por un problema de adición que tuvo. A veces es duro para ellos acudir a un evento social, porque a su problema se suma el hecho de que los marginados en este mundo son precisamente los que no beben.
¿Crees que hay cierta tolerancia en el sector?
Yo creo que beber en exceso ya no está de moda, no está bien visto. Al final, quien lo hace queda como alguien que no sabe controlarse. Y esto es algo que nos están enseñando las nuevas generaciones, que en general han aprendido a divertirse sin tomar copas de más.
¿Qué responsabilidad tenemos los prescriptores del vino en este sentido?
Pues creo que estamos obligados a ser responsables y a proyectar una buena imagen. Un sumiller puede desempeñar su trabajo perfectamente y cuidarse al mismo tiempo. No pasa nada si escupimos el vino durante las catas, no hay necesidad de bebérselo. Otra cosa es que lo hagamos cuando estemos disfrutando de un rato de ocio. En cualquier caso, no hay que bajar la guardia porque a veces podemos caer en las adicciones sin darnos cuenta.
En este sector, los horarios suelen ser largos y agotadores. Cuando se acaba la jornada ya es muy tarde y no siempre es fácil evadirse yendo al gimnasio o al cine. El alcohol en general, y también el vino, se utiliza a veces como una manera de relajarse, como una válvula de escape.
También están ayudando mucho las mujeres, que cada vez tenemos más protagonismo en este sector. Siento decirlo, pero solemos ser más responsables, porque muchas veces tenemos que cuidar de nuestros hijos o nuestros padres. Nosotras acostumbramos, más que los hombres, a beber vinos buenos con moderación.
Esa es la clave, beber vinos de calidad sin caer en los excesos. Esto vale para los profesionales también. En una comida pueden probarlo todo, pero en pequeñas cantidades para no acabar mal.
En este sentido, ¿qué piensas de aquellas personas que desaconsejan cualquier consumo de alcohol, incluido el vino?
Para responderte a esto recurro a una frase del sumiller David Seijas, que precisamente acaba de publicar un libro en el que, entre otras cosas, aborda su problema con el alcohol: “El límite está cuando no eres tú quien dirige tu propia vida”.
Ya sabemos que el alcohol es cancerígeno, pero también lo es envejecer, vivir. Por eso insisto, todo siempre con moderación.
¿Qué piensas de los vinos sin alcohol? ¿Apuestas por ellos?
A mí, los vinos desalcoholizados me gustan muchísimo. He sido muy fan desde el minuto uno, pero no todo el mundo piensa igual. Hay gente que me dice que un vino sin alcohol es como un día sin sol y yo les respondo que bueno, cuando se está embarazada durante nueve meses encuentras que una bebida gastronómica, sin azúcar ni gas, es increíble.
No sé si este será el futuro del sector, pero sí lo será beber con mucha más responsabilidad. Lo que digo siempre es que es mejor beber menos y bueno que beber por beber.
Además, un sumiller también tiene que recomendar otras bebidas, como aguas e infusiones. No siempre tiene que ser un vino.
Por las noches.
Saint-Émilion.
El Celler de Can Roca.
Tagliatta y una garnacha.
Todas mis vacaciones cuando era niña eran entre viñedos.