Por Manuel Herrera, propietario de Finca Herrera Vinos y Viña Española Consultoría
Como les he contado en alguna ocasión, he sido durante 25 años tabernero antes que fraile, lo admito. Tabernero se hacía llamar mi admirado y favorito, el Gran José Luis. Amigo de siempre de la familia y que en paz descanse. Un Maestro.
En los bares, qué lugares, desde dentro y desde fuera de la barra se aprende latín de manera gratuita y se podría escribir un buen libro de anécdotas fortuitas, sobre todo de los clientes de otros tiempos. Ahora es todo más chic y todo igual, lo evito y a los hechos me remito. Todo es más aburrido, salvo en las contadas tabernas o chiringuitos que mantienen ese aroma y esos clientes de toda la vida, ya los menos... Inéditos.
Ya en extinción están aquellos que en mis comienzos te decían eso de “chico, échame un poquito de Balantain…”. La emoción me agita. Solían ir en cuadrilla y se ponían en círculo: “échanos aquí un vino” o “echa aquí una vuelta y cóbrame también lo de Fulanito”. Y yo echaba… Las vueltas o rondas, ya desaparecidas también, parecen delito prescrito. Si vieran que ahora hay “Balantain” sin alcohol… Eso sí es ilícito. Ahora cada cuenta se divide cuidadosamente y ya no resuenan y se rebuscan monedas en los bolsillos. Las tarjetas de crédito son ejército, y así lo acredito. Pero esta especie no se ha extinguido del todo.
Latente, ha mutado y ha sobrevivido, y se prodiga con una fuerza inaudita. Son más y están más seguros de sí mismos. Y aun importándoles el tamaño, hablan en diminutivo, pero con un conocimiento vinícola exquisito. Son ellos los de “dame un verdejito” o “un ruedita”, ya no dicen “échame”. No piensen que son medios vinos o un “corto”, como antes. No, ya les digo que la cantidad importa. La relación cantidad-precio también. Insólito.
Son eruditos: “En el bar de Menganito lo sirven en vaso de chikito”. No se les reconoce tan fácilmente hasta que sueltan un “dame un riberita” o “ un riojita por aquí”. Si van en grupo al “danos un vinito” sigue la elección de cada uno y es muy sonoro, casi sinfónico. Les da igual cuál sea, y no se les puede llevar la contraria. Lo digo y lo repito. Sin pausa evolucionan: “yo, godellito”, “yo, garnachita”… No he oído “Torito”, quizá por respeto a la Fiesta o a El Fary. Son geniales. No admiten sugerencias.
Eso sí, espero pronto escuchar “dame un borjita” o un “bobalito”, me dejaría atónito, porque a ellos otras tierras o variedades foráneas no les interesan. Son muy patriotas. Ahora, si viajan, ¿pedirán “burdeítos” o “borgoñita”? ¿Confundirán “barolito” con Bartolito? Si van a Tierra Santa, pedirán sin dudarlo un vino israelita. Veremos qué harán con los Vinos de Valdepeñas o de Cariñena, porque su diminutivo no es lo que se dice facilito… Pero, para qué complicarse, menos es más…
Arrímense a ellos y escuchen para aprender. Si ya tienen algún amigo así, son unos afortunados. No digamos ya un “cuñao” o una suegra. ¡Dios mío, milagrito! Estarían ustedes de enhorabuena. Les felicito… Son unos verdaderos eruditos, me repito. Con “finito” o “cavita” se prodigan menos, pero haberlos, haylos. No entiendo cómo en pizarras o cartas no utilizamos estos términos. No estamos en la órbita… Queda suscrito.
Rompo una lanza a su favor porque, aunque se toman alguna cañita, ellos beben vinito. Y falta nos hace. Que el otoño dure lo que tarde en llegar el invierno, si llega. Otoño infinito. Sean felices, les dice quien aquí recita. Voy a tomarme un “albariñito” viejito con unos calamares fritos y una marmita de bonito. Gloria Bendita.
¡Tengo apetito! Si gustan, les invito. Y si no les gusta este escrito pues dimito, aunque sería inaudito. Me permito despedirme como su amigo.
Manolito
PD: Busquen las palabras terminadas en “-ita” e “-ito”. Sortearemos unos regalitos y vinos gratuitos