Foto: Monastrell de @jumilla.wine
Conocida también como Mourvedre en la Comunidad Valenciana y como Mataró en Cataluña, es una variedad de origen español que se ha convertido en esencial en zonas como Murcia, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana.
Después del siglo XVI, la variedad Monastrell se comenzó a cultivar ampliamente en Francia, extendiéndose más adelante a Estados Unidos y Australia.
Es una uva muy resistente, lo que hizo que se volviera muy popular tras la crisis de la filoxera, utilizándose comúnmente, junto a la Tempranillo, en la replantación de los viñedos devastados por esta plaga.
La Monastrell no tuvo un buen comienzo, ya que estaba considerada como una uva para granel, para consumirla como fruta o mezclarla con otras variedades. Gracias a denominaciones de origen como Jumilla, que la han convertido en su bandera apostando por la calidad, esta imagen ha cambiado radicalmente, demostrando todo lo bueno que puede dar de sí. Así, en Jumilla supone el 80% de sus plantaciones, siendo la tercera gran potencia varietal española tras la Tempranillo y la Airén.
Es una cepa exigente, de brotación y maduración tardía y que requiere de horas de sol para su correcta maduración, aguantando bien la sequía, lo cual la hace perfecta para estas tierras. Desarrolla su máximo potencial en vendimias bien maduras, dando vinos ricos en alcohol, muy pigmentados, tánicos y estructurados. Es muy resistente a la oxidación.
Sus vinos destacan por ser de graduación media, de intensísimo color, demostrando gran abundancia de fruta roja y fruta negra.