Tucídides (s.V a.C), el autor de los ocho tomos de la Historia de las guerras del Peloponeso, considerado como el “historiador total”, lo dejó escrito hace 2.500 años: “las gentes del Mediterráneo empezaron a salir del barbarismo cuando aprendieron a cultivar el olivo y la vid”. El ateniense está de moda otra vez por la llamada “Trampa de Tucídides”, que conduce a que las potencias, en un momento determinado, están abocadas a enfrentarse militarmente. El mundo, avanzado el siglo XXI, vive la incertidumbre del día a día de la guerra de Putin y sus consecuencias, que afectan a todo, también al vino. El pasado año, sin embargo, fue magnífico, especialmente, para los inversores en vino y, todavía más, para los de Borgoña de gama alta y champagne vintage.
El Liv-ex es el índice del mercado de vinos de Londres, algo así como la Bolsa de los vinos. Pues bien, en 2022 el índice Borgoña 150 del Liv-ex se revalorizó un 27% y el Champagne 50, un 22%. “Ha sido un año fenomenal” admitió al Financial Times Gregory Swartberg, director ejecutivo de Cru Wine, compañía dedicada a invertir en vino con sede en Londres que maneja alrededor de 35 millones de euros en activos de clientes en vino. Una de las razones del alza hay que buscarla en la vuelta de los clientes de forma mayoritaria a los restaurantes y con abundante efectivo, tras los largos meses de confinamiento. Además, el mercado del vino de gama alta también ha aparecido, de repente, como un escudo contra la inflación vertiginosa y las caídas de los mercados financieros. Por último, hay otro elemento que también ha influido y mucho: la oferta de añadas de mayor calidad es limitada y, con una mayor demanda, por lo que los precios suben. En el caso del champagne vintage, según el mismo Swartberg “simplemente no se produce lo suficiente para satisfacer la demanda”. Todavía más en España, donde las grandes cadenas de distribución, minoristas y mayoristas, han tenido problemas de abastecimiento -con el consiguiente alza de precios- en algunas marcas de champagne durante las pasadas navidades.
Las perspectivas para 2023 no son tan brillantes y se otean nubarrones en el horizonte. De hecho, en las últimas semanas del año, el Liv-ex registró retrocesos en las cotizaciones de borgoñas y champagnes, mientras que los vinos de Burdeos han tenido que recurrir a una campaña y estrategia de precios más bajos y ni aún así parece que podrán mantener su cuota de mercado. Lo mismo podría ocurrir con los de Toscana, Piamonte, California y Ródano. La escasa, mínima, presencia de vinos españoles en el Liv-ex impide que pueda haber una comparación significativa en términos del mercado global. Es una anomalía que debería ser corregida, entre otros motivos porque la presencia en la gran Bolsa del vino hace que también las ventas aumenten. Tiempo al tiempo.
Ahora, en cualquier caso, la incertidumbre domina. En una encuesta realizada a los miembros del Liv-ex, los consultados ofrecieron opiniones mixtas, con una mayoría que se inclinaba entre la neutralidad y el pesimismo. Los más catastrofistas predicen caídas de hasta el 25% de los precios, sobre todo porque en 2022 se alcanzaron récords históricos. Ahora, la gran pregunta es si hay suficientes compradores y dinero para mantener los precios actuales del vino de gama alta. De momento, existe la incertidumbre de hasta dónde y hasta cuándo subirán los tipos de interés a ambos lados del Atlántico para sofocar la inflación, algo que afecta a la inversión y a la volatilidad.
Hay inversores-coleccionistas que siempre quisieron -y tienen- las botellas más caras y que tendrán o que bebérselas o esperar a otros tiempos para venderlas y obtener grandes beneficios. Por último, si el mercado de los vinos de gama alta se deprecia algo, también será una oportunidad para adquirir a precios más asequibles. En cualquier caso, como dijo Plinio el Viejo muchos años después de Tucídides, “in vino veritas”.