Por Jesús Rivasés
Columnista, tertuliano y escritor
El vino sobrevivirá a las consecuencias del coronavirus. Los virus no pueden vivir en alcohol, de modo que, con moderación, beber vino no solo es saludable, sino recomendable. El día después de la pandemia, el vino seguirá ahí y los mercados internacionales se mantendrán interesados en los nuevos vinos españoles.
Los desorbitados precios de los vinos franceses abren la puerta a los productores españoles de calidad, quizá menos conocidos. Hace tres años, los siete principales importadores británicos (Alliance, Carte Blanche, Dynamic Wines, Indigo Wine, Fieds Morris & Verdin, Les Caves de Pyrene y New Generation McKinley) decidieron crear en Londres un foro para presentar e impulsar vinos hasta cierto punto “nuevos”, enraizados en su terruño original.
Londres es, desde hace años, la capital mundial del vino, aunque a algunos pueda sorprenderles. Los grandes acuerdos se cierran en la capital británica. Aquí existe un mercado organizado permanente, una “Bolsa del vino”, que sufre los mismos vaivenes –aunque no en los mismos momentos- que cualquier mercado de valores. Al fin y al cabo, los vinos tienen precios y unas veces suben y otras, bajan. “Viñateros” es el nombre que los importadores británicos dieron al foro de los “nuevos vinos españoles”.
A finales de febrero, pocos días antes de que la pandemia del coronavirus estallara en Europa, “Viñateros” celebró su tercera edición en Lindley Hall, el centenario edificio londinense del barrio de Pimlico, sede de la Real Sociedad de Horticultura.
El certamen, que incluyó una cata bajo el sugerente lema: “Una revolución española del vino”, fue un éxito. Hoy acaba de obtener lo que podría denominarse su certificado de graduación con todos los honores.
El sábado 14 de marzo, cuando España vivía pendiente de un Consejo de Ministros que decidiría la aplicación del “Estado de alarma”, el diario Financial Times publicaba una elogiosa columna de Jancis Robinson sobre “Viñateros” y, lo que es más importante, los ensalzaba denominándolos “vinos españoles de la nueva ola”, calificándolos de “salvajes” de manera elogiosa.
Robinson es, sin duda, la crítica más influyente de Europa y sus seguidores forman parte de lo más granado del universo de las altas finanzas. Por eso, cualquier comentario suyo elogioso hace que un vino se ponga de moda entre una clientela muy influyente –sensible también a las novedades-.
Grandes marcas de Rioja y Ribera del Duero acuden a este acontecimiento por invitación cumpliendo una serie de requisitos. Y en este gran evento, la última palabra la suele tener Amaya Cervera, al frente de la página web bilingüe Spanish Wine Lover, quien decide, basándose en propuestas que le hacen los propios importadores británicos. Ellos se fijan en vinos elaborados por bodegas que también cultivan las uvas, y que dan prioridad a las variedades autóctonas.
Los catadores, profesionales británicos de la crítica y los mercados, han descubierto una “nueva ola” de productores de vino, generalmente pequeños, dedicados a la recuperación de variedades locales olvidadas. El veredicto unánime ha sido: “vinos elegantes, bonitos y de grano fino”, algo que, según Jancis Robinson, hubiera sido impensable hace una década. Los expertos y críticos británicos, más acostumbrados a los Tempranillos españoles, ya sean de Rioja o Ribera del Duero, se han quedado sorprendidos, por ejemplo, con los vinos elaborados con uvas Loureira, Treixadura y Caiño Blanco. También han triunfado otros de uvas Mouratón¸ Merenzao o Mencía. Destacó un “clarete rojo pálido” de Ribera del Duero y vinos de Canarias e incluso los nuevos Jerez. Robinson elige una larga lista de vinos diferentes con los que tenemos una buena excusa para brindar por el triunfo frente al coronavirus, cuando llegue el momento.