Altar 2014 es el tinto más especial de esta bodega que tiene su propia DO
Por Vanesa Viñolo
De la mano de Enrique Basarte, director técnico de Bodega Otazu, descubrimos las nuevas añadas de tres de los vinos más emblemáticos de este históricamente vitivinícola “señorío”, dueño del viñedo más septentrional del país, el señorío de Otazu, que además cuenta con su DO Vino de Pago de Otazu.
Así, descubrimos Pago de Otazu Chardonnay 2021, un vino muy varietal, con esas características típicas de la Chardonnay (florales, fruta cítrica, especias) a las que suma profundidad, una excelente acidez y algo que encontraremos en todos los Otazu: un curioso (y atractivo) deje mineral.
También pudimos catar la nueva añada de su Pago de Otazu 2021 Tinto, un coupage de Merlot y Cabernet Sauvignon con 18 meses en roble francés del que elaboran unas 20.000 botellas y que tiene una gran aceptación entre su público extranjero. La verdad es que es un vino muy bien construido, con mucha fruta, los balsámicos y especiados de la Cabernet y la suavidad y voluptuosidad de la Merlot bien madurada. Con ese mineral como nexo con los otros vinos y una estupenda profundidad, es un tinto muy atractivo apto para todos los públicos.
Por último, el broche fue su vino más especial, Altar 2014. Considerado uno de los mejores Cabernet Sauvignon de España, cuenta con 18 meses en roble allier y al menos 60 meses en botella antes de salir al mercado. Un largo recorrido que surge de viñas ya “cuarentonas” y de unas parcelas muy determinadas, que dan lugar a poco más de 3500 botellas de un tinto concentrado, mineral, abundante en su fruta negra y roja que acompaña de cedro, trufados y especias. Pero sobre todo, destaca su elegante boca, de una inusual frescura y con un tanino que aún muestra cierto poderío, lo que le pronostica una larga vida por delante.
Muy volcada al enoturismo de calidad y situada en un paraje excepcional a pocos kilómetros de Pamplona, con Basarte en las labores enológicas desde la vendimia del 22, Otazu apuesta aún más por extraer toda la identidad de esta zona llena de historia. Un pasado que se demuestra en vestigios de viñas de Cabernet Sauvignon o Cabernet Franc de principios dle siglo XX en sus suelos (eran bodega ya en 1840) o en el estudio y pruebas que están realizando con la Berués, uva local de la cuenca de Pamplona, de la que dentro de muy poco podremos catar un vino.