Por Alberto Saldón, director de Lalomba, bodega de Vinos de Finca de Ramón Bilbao
Beba vino. Esta podía ser la más sencilla y acertada respuesta a la pregunta ¿Qué puedo hacer yo por el vino? Sin embargo, me gustaría abusar de su tiempo y desarrollar esta pregunta e intentar llegar a un consenso en la respuesta, pues el sector del vino lo merece.
El consumo de vino a nivel mundial y en nuestro país sigue en descenso. La pandemia ha cambiado algunos hábitos de consumo pero no los ha incrementado. Se ha caído en volumen y, aunque se canse de escuchar que se bebe mejor, también ha caído en valor. Datos avalados por los informes de OEMV dirigida por Rafael del Rey y por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV).
Durante el año pasado, 2020, cada español consumió 23,9 litros de vino de media. La cifra suena ridícula si se compara con la vecina Portugal -líder en el ranking de consumo de vino a nivel mundial- con 51,9 litros per cápita, pero también lo es si se contrasta con otros países productores de la vieja Europa como Italia o Francia, que nos doblan en el consumo.
La caída del consumo que entra en barrena constante desde los años 70 del siglo pasado, deja ahora a nuestro país en una decimosegunda posición a nivel mundial que no representa la importancia de la industria en España -más de 425.000 empleos-.
Así que es momento de aplicar la frase que John F. Kennedy proclamó en su discurso de toma de posesión. No te preguntes ¿Qué puede hacer el vino por ti? Y cuestiónese, ¿qué puedo hacer yo por el vino?
Lo mejor que puede hacer por el vino es compartirlo. Sin duda. En la totalidad de su expresión. Comparta vino con la familia, con amigos y compañeros de trabajo. De nuevo, hágalo de forma responsable, por favor. Beba vino con moderación, hágalo dentro del marco de la vida mediterránea, disfrute y abra las puertas al interés de acompañar los vinos con algún otro condimento (diversión, entendimiento, gastronomía, relaciones familiares, etc.). La ecuación de posibilidades y armonías es inmensa.
Aproveche cualquier ocasión para compartir la diversidad de estilos. No ponga ni una frontera. El tema económico de este descorche es absolutamente asequible, esto no va a ser una traba. Tenga en cuenta que el precio medio de la compra de vino en España es de 3,7€, y tanto en casa como en la restauración, el precio del vino español es una ganga y es difícil encontrar competidor en calidad/precio.
Con este preámbulo vuelvo a la concisión. Consumidor: Abra vino. Compártalo y disfrute. Aprenda, comprenda y valore. Le aseguro que no encontrará otra bebida que le aporte y aporte a nuestro país más por menos.
Si, por casualidad, usted lector trabajara en una institución vitivinícola, organismo público o, directamente, es una de las personas que marcan con sus decisiones los designios de nuestro sector, le pido por favor que trate de asumir un rol más cercano y enfocado al consumidor. Ese que muestra con sencillez las maravillosas posibilidades del vino, sin florituras, con naturalidad, sensatez y creatividad. Jóvenes y menos jóvenes estaremos encantados de escucharle.
Por último, si usted lector es un productor o comercializador de vino –cosa bastante probable en esta publicación-, por favor siga el mismo camino. No aburramos a los que se acercan a nosotros con exigentes conocimientos y alborotada verborrea, y enfoquemos el mensaje con precisa claridad. De vino hay que saber pero para saber hay que aprender. Intentemos enseñar sin avasallar y ese será el primer paso para que el vino sea el compañero perfecto de cualquier plan y no haya miedo a descorchar.
Resumo: Beba vino, con moderación y conocimiento pero beba vino. Yo de momento estoy descorchando un Albariño para refrescar esta velada estival bajo la luz de la pantalla del ordenador. Es joven, fresco, vibrante... No tiene 100 puntos de nadie pero sí los míos porque es el bálsamo perfecto para sacudir una jornada de trabajo y empezar a pensar en la cercanas vendimias. ¡Salud!
Así se veía en nuestra revista.