
Samaniego es un pequeño pueblo al pie de la Sierra Cantabria. En este enclave de la Rioja Alavesa Fernando Remírez de Ganuza levantó su bodega en 1989. Con 80 hectáreas de viñedos y con cepas que tienen una edad media de 50 años, la aventura ha sido un éxito. Para dar fe de ello, su copropietario, Jose Ramón Urtasun presentó a los medios especializados su última añada Remírez de Ganuza Blanco 2017, en el restaurante El Señor Martin de Madrid, el pasado 11 de junio. Vivir el Vino tuvo la oportunidad de probar esta añada y compararla con las anteriores.
Remírez de Ganuza Blanco 2017 ya es una seña de identidad de la empresa tras comenzar a elaborarla en 2004 con el nombre Erre Punto Blanco. La evolución en el proceso de elaboración de esta etiqueta es continua: “afinamos conocimientos y vamos añadiendo mejoras en el proceso”, nos contaba Urtasun durante la cata.
Un ejemplo de estos progresos son: el lavado de los granos de la uva; una vendimia, elaboración y crianza en frío; el manejo de lías por volteo giratorio de las barricas en lugar del batonage tradicional (remover directamente las lías con el vino) y el uso de barricas nuevas de 225 litros para la fermentación y crianza. Todos estos cambios generan “mayor longevidad del vino para que, con el paso del tiempo, podamos encontrar unos matices aromáticos distintos”.
En la última añada de Remírez de Ganuza Blanco 2017 podemos apreciar estos cambios. Es un vino fermentado y criado en barrica, que procede en un 80% de Viura, 20% de Malvasía, y Garnacha Blanca. Es sabroso, sedoso, con volumen y final largo y fresco. Recuerda al verano. De color amarillo pálido y brillante, su aroma es también fresco, lleno de notas mentoladas y frutas de hueso.
La vendimia que se ha seguido hasta lograr este resultado ha sido manual. Se han usado cajas de 12 kilos. Después las uvas se han metido en cámaras frigoríficas entre 4 y 6 grados y han sido seleccionadas para elaborar el mosto flor (aquel que se logra de la uva sin prensar). Además, el vino se ha mantenido en sus lías durante nueve meses de crianza en barrica nueva de roble francés. La particularidad de este proceso es el citado sistema batonage (trabajo de lías), basado en el giro de barricas.”Con ello se logra mayor untuosidad en boca y estabilidad del vino”, comentan en la bodega.
Durante la cata y fusionando con singulares platos marinos, la bodega también nos propuso diferenciar la actual añada con las anteriores. Probamos el Blanco Remírez de Ganuza 2014 Magnum con su aspecto brillante y limpio. Desprende hierbas aromáticas y cítricas, notas lácteas y delicadas maderas. También es fresco en boca, equilibrado y estructura final. Tiene un final largo, puntas salinas y de roble cremoso.
Maridando con tataki de bonito y atún, tomamos el Blanco Remírez de Ganuza Reserva 2011 y el Reserva 2012. Ambas proceden de una viña plantada en 1978 -en San Vicente de la Sonsierra con variedades autóctonas- y formada en vaso tradicional apoyado.
El Blanco Reserva 2011 es intenso en olor pero fino y delicado, con notas de miel, orejones, cera, manzanilla silvestre, cítricos y notas minerales. En boca presenta un gran volumen inicial llenos de sabores y buena persistencia. Cuenta con muy buena acidez y se enmarca en un final cítrico y mineral.
El Reserva 2012 es bien sabroso y estructurado. Se ha mantenido con sus lías durante 11 meses de crianza en barrica nueva. Se practica el giro de las barricas para lograr mayor complejidad.
Por último, pero no menos importante, tuvimos el privilegio de probar el Erre Punto Blanco 2005, que no está en venta. Probarlo es como volver al inicio, brillante, y deslizarse por la versatilidad que brinda esta bodega. En todo su recorrido, permanecen esos pequeños detalles que marcan la diferencia de calidad, y del cuidado exhaustivo de sus creadores.