Por Vanesa Viñolo
Ribeiro tiene tanto que ofrecer… Un paisaje maravilloso, patrimonio e historia para dar y regalar, variedades autóctonas elaboradas cada vez mejor… Entre ellas esa Treixadura que es sin duda la reina de su viñedo, pero que tiene unos extraordinarios consortes para acompañarla en su reinado.
He tenido la suerte de poder tomar el pulso en dos jornadas a esta denominación de origen ourensana, que vive sin lugar a dudas, uno de sus momentos más dulces.
El primer día nos acercamos a las bodegas y colleteiros cuyos vinos han ganado el favor del público en la última cata popular de Ribeiro.
Priorato de Razamonde y su espectacular viñedo en la orilla izquierda del Miño, con un Alter que demuestra lo bien que funciona la mezcla tradicional de uvas de Ribeiro, con la Treixadura en mayoría.
Leive, sin duda para mi el gran descubrimiento del viaje. Una pequeña bodega que tiene identidad, clase, diferenciación… Cultiva su viñedo de 3 ha en ecológico y entre sus vinos, me quedo con su Lienzo, mezcla de Treixadura, Albariño y Loureira (mi trío perfecto) y con un tostado de nombre Bico que me enamoró.
Dona Elisa fue la tercera bodega. Un matrimonio de colleteiros que hace unos años decidieron elaborar vino con sus 1,5 ha. de viñedo y que son un ejemplo de que sí se pueden hacer unos vinos honrados, fieles a su territorio, desde el amor y el respeto.
Y para terminar el día, visita a Ramón do Casar, un proyecto serio, que conjuga vinos “para todos los públicos” con otros más pensados para minorías. Como su Lento de Treixadura, que con sus dejes de vendimia tardía y su mineralidad abren un interesante camino a recorrer. De las cuatro bodegas visitadas, tres de ellas (menos Leive) contaban con un común denominador, su enólogo, Pablo Álvarez, gran conocedor de la zona y fiel seguidor de la Treixadura.
La segunda jornada se centró en la sede del Consejo Regulador. Allí pudimos conocer en profundidad la realidad de esta histórica denominación “microfundista”, que se enfrenta al indudable reto del relevo generacional y al desafío de convertir en sostenible económicamente el oficio de cultivar y elaborar Ribeiro. En ello está y hay que apoyarla, porque es, sin duda, una de las zonas más interesantes en este momento. Nunca antes se habían hecho tan buenos vinos en esta DO., que además cuenta con uno de los mayores patrimonios vitivinícolas de nuestro país. Valoremos lo que tenemos. Y cuidémoslo.
Tras una interesante y didáctica charla sobre la Treixadura por parte de Emilia Díaz Losada, del EVEGA, el sumiller y comunicador Luis Paadin nos sumergió en los tres valles del Ribeiro y en las diferencias que éstos transmiten a sus vinos. El valle del Miño, con sus vinos pausados, más anchos que largos. El valle del Avia, que da lugar a vinos más nerviosos, con más tensión. Y el valle de Arnoia, que como su propia estrecha orografía, hace sus vinos afilados, finos, elegantes. Catamos una estupenda muestra de vinos de cada valle, en un recorrido que nos hizo viajar a través de ríos y valles, por el paisaje del vino de Ribeiro.