
“Ahora las bodegas somos mucho más abiertas, tenemos muchas ganas de compartir”
Por Alberto Matos
Este año celebra su primer centenario, pues fue en 1924 cuando se inauguró oficialmente la bodega en la calle Cuevas de Haro. Sin embargo, Ramón Bilbao Murga llevaba ya muchos años dispensando su propio vino en las puertas de su casa. Así se deduce al menos del cartel que aparece en una vieja fotografía y que ya anunciaba la venta de vino.
De aquel vizcaíno ya no queda ningún descendiente y es Grupo Zamora Company quien, desde 1999, vela por mantener vivo el espíritu emprendedor del fundador de la bodega.
Ese mismo año se incorporaba Rodolfo Bastida como director de orquesta de Ramón Bilbao. Nos citamos con él en la bodega, al calor de una envolvente chimenea que caldeaba toda la amplitud del moderno wine bar. Muy recomendable, por cierto. Apareció junto a Rosana Lisa, enóloga de Ramón Bilbao y vieja conocida.
Ramón Bilbao entra ya en el club de bodegas centenarias de Rioja, una región que nada tiene que ver con la de 1924. ¿De qué manera ha contribuido la bodega a su desarrollo?
Nuestro fundador ya tenía muy claro, hace cien años, que no todo el vino que producía podía comercializarse aquí. Sabía que había que exportarlo y que para ello había que salir a venderlo. Y no solo eso, también había que darlo a conocer.
Podría decirse que aquel viajero fue pionero en la venta de vino de Rioja en otros países. Y lo sabemos porque conservamos todavía parte de la correspondencia que intercambió con unos importadores de Venezuela en la década de 1940.
Además, Ramón Bilbao fue uno de los principales impulsores, allá por la década de 1970, del Grupo de Criadores y Exportadores de Rioja (asociación predecesora, junto a la Asociación de Empresas Vinícolas de la Zona Rioja, del actual Grupo Rioja).
Para que te hagas una idea, cuando yo me incorporé en 1999, la bodega contaba ya con una filial y equipo propio en Estados Unidos.
Se trata, por tanto, de una familia que llevó su vino por el mundo sin abandonar nunca sus raíces. Y nosotros hemos continuado en esa misma línea, es decir, con la vocación de interpretar el terruño de una manera distinta.
¿Y qué manera es esa?
Todos nuestros vinos tienen el inconfundible twist de Ramón Bilbao, que al final no es otra cosa que una incorporación extra de fruta a los estilos tradicionales, sin mermar por ello la capacidad de envejecimiento del vino.
A lo largo de los últimos veinticinco años, nuestra vocación no ha sido otra que la de hacer vinos muy auténticos, muy locales, que representen a Rioja perfectamente con la Garnacha, la Tempranillo y el resto de variedades clásicas, protegiendo siempre la fruta.
Así nació Mirto, con la cosecha de 1999, un vino que favorece la presencia de la fruta por encima de la madera y que ha demostrado tener su hueco en el mercado.
¿Cuestión de tendencias o de adaptación al entorno?
Todavía recuerdo aquel eslogan que el Consejo Regulador utilizaba a finales de los setenta y principios de los ochenta. Decía algo así como “La Rioja es la tierra de los mil vinos”, y yo estoy convencido de ello. Las primeras menciones de Murrieta o Riscal, con aquellos diplomas que ganaban en las exposiciones universales, se correspondían en la mayoría de los casos con vinos blancos.
Rioja se ha ido amoldando a las necesidades de cada momento y aquí, en los años setenta, se traía vino blanco de otras regiones, controlado por el Consejo Regulador, para embotellarse porque había necesidad de blanco. Después, la región se orientó más al tinto y ahora estamos otra vez en una encrucijada en la que no sabemos muy bien qué camino tomar.
Con esto quiero decir que la región se ha ido adaptando a todos esos cambios y, de alguna manera, Ramón Bilbao también lo ha hecho con un estilo propio lleno de matices.
Además, ahora las bodegas somos mucho más abiertas, tenemos muchas ganas de compartir. Ya no hay secretos. Por ejemplo, ahora mismo nos estamos enfrentando al problema de la Brettanomyces, una levadura que contamina el vino y aporta sabores desagradables. El incremento de su incidencia se debe al cambio climático y aunque hoy solo me afecte a mí, mañana afectará al resto. Para combatirla, hemos realizado un estudio junto a otras bodegas y hemos hecho públicos los resultados. Todo esto es muy enriquecedor.
Y eso se refleja en todos vuestros vinos de Rioja, claro…
Así es, entre todos nuestros vinos contamos con una gama de vinos más regionales, como nuestro crianza, que es una mezcla de uvas procedentes de Rioja Oriental, Rioja Media y Rioja Alta.
Por su parte, nuestros reservas y grandes reservas son vinos de esta zona, de Rioja Alta, porque los viñedos son propios y son los que mejor consideramos que pueden ofrecer uvas con mayor capacidad de elaborar vinos que vivan más años.
También contamos con el mencionado Mirto, un vino municipal que en los últimos dos años ha sido elaborado con uvas de Cuzcurrita de Río Tirón y, además, hemos ido investigando otras posibilidades.
En 2010, nuestra enóloga Rosana dio comienzo a un proyecto de investigación con viñedos en altura que acabamos materializando en Ramón Bilbao Viñedos de Altura, una mezcla de Tempranillo y Garnacha. De aquellas observaciones sobre microbiota y sobre las características edafológicas de cada una de las parcelas surge Lalomba, una colección de viñedos singulares de Ramón Bilbao que tienen mucho que ver con la identificación de enclaves óptimos para el cultivo de una manera continuada.
¿Lalomba es entonces un desafío contra el cambio climático?
Bueno, nuestra primera acción contra el cambio climático han sido precisamente nuestros viñedos de altura, ubicados a una altitud de entre 520 y 770 metros en la finca Yerga, perteneciente al término municipal de Alfaro.
En este sentido, también hemos empezado a notar que en determinadas zonas como el Alto Najerilla, donde las uvas tenían dificultades para madurar y apenas alcanzaban los 12,5 grados de alcohol, ahora lo hacen sin problema.
También pasa en Villalba. Hace poco abríamos una botella de un gran reserva de 1973 con una graduación alcohólica de 11,7. Los grandes reservas actuales, cuyas uvas tienen el mismo origen, presentan entre 14 y 14,5 grados.
Es por eso que todos nuestros viñedos en Rioja Oriental cuentan con riego y allí no bajamos de los 520 metros para plantar. De hecho, en Calahorra hemos arrancado viñedo a trescientos y pico metros y nos hemos llevado los derechos de plantación al monte. Además, ahora plantamos diferente. Ya no lo hacemos de norte a sur, sino de este a oeste, buscando una orientación con menos exposición solar y conservando la masa foliar como protección.
Pienso que hacer una inversión en una zona especialmente sensible al cambio climático es muy arriesgado, porque este es un sector en el que no estamos de paso.
¿Consideras que el consumidor aprecia todos estos esfuerzos? ¿Puede sentirse abrumado con tanta información?
El consumidor está dispuesto a pagar por nuestros vinos, y no hay mejor indicativo que ese para saber que aprecian todos nuestros esfuerzos. Igual que hay consumidores que consumen coches de alta gama, también los hay que consumen vinos de alta gama. Esto es así.
Nosotros somos conscientes de que comprender todo nuestro mensaje puede llegar a ser complejo, pero todo depende del nivel al que cada uno quiera llegar. Por ejemplo, puedes pedir un Rioja, un reserva de Rioja, un reserva de Rioja de una bodega de Rioja Alta, un reserva de Rioja de una bodega de Rioja Alta de Haro, un reserva de Rioja de una bodega de Rioja Alta de Haro de tal marca…
Lo que quiero decir con esto es que se puede profundizar hasta donde uno quiera, si bien es verdad que cada vez hay más consumidores interesados en aprender más.
Cambiando de tema, ¿qué opinas sobre los vinos sin alcohol o con baja graduación alcohólica? ¿Estáis trabajando en ellos en Ramón Bilbao?
Hemos hecho algunas catas de elaboraciones propias y estamos estudiándolos. En realidad, estamos acercándonos un poco a ese mundo, para tratar de entenderlo y comprobar si realmente se trata de una tendencia o no, porque no está tan claro.
Nuestra experiencia en las catas no ha sido buena, porque no se obtiene lo mismo que con un vino normal. Se pierde untuosidad y muchos matices que proporciona el alcohol. Supongo que si un día no puedes beber porque tienes que conducir, puedes beber cualquier otra cosa. Agua, por ejemplo. En cualquier caso, pienso que siempre es bueno que el consumidor esté informado para que pueda ir tomando sus propias decisiones.
Los vinos bajos en alcohol no son algo nuevo. Ya se comercializaban en Inglaterra hace veinticinco años, aunque el motivo no era que aportaran algo especial, sino venderlos más baratos. De aquellos vinos poco queda ya…
¿Qué le queda por hacer a Ramón Bilbao en Rioja?
En general, el reto de la región es la “premiumización” de sus vinos, porque hay elaboraciones muy buenas pero se sigue vendiendo vino barato. Nosotros intentamos que, a medida que se van haciendo más complejos y sofisticados, nuestros vinos vayan subiendo también sus precios.
En esta tarea el marketing juega un papel muy importante. Comunicar correctamente y no solo invertir en depósitos de acero inoxidable también es importante. En este sentido, nosotros hemos podido crecer y desarrollarnos gracias al paraguas de nuestra compañía, dedicada a los licores, que nos ha enseñado que las inversiones en marketing también dan su fruto. Proyectos como la Spanish Wine Academy, que entre otras cosas se dedica a la formación de sommeliers, lo prueban. En este caso, hemos apostado por invertir en este proyecto en lugar de elaborar más vino.