Por Arantxa Noriega
En España, la palabra ‘bodega’ es casi sinónimo de ‘familia’, ya que muchos de estos negocios de vino están vinculados a generaciones entregadas a la tierra. Desde hace siglos, largas sagas como Torres, Bodegas Riojanas, Juan Gil, Matarromera, Bodegas Ochoa, Chivite, Bodegas de la Marquesa, Santiago Ruiz, Masaveu o Fariña han contribuido al desarrollo del vino trasmitiendo a sus hijos la importancia de mantener el legado de sus antecesores. Hoy, estas bodegas se han convertido en lugares singulares y en fincas con historia con claras intenciones de cuidar el medio ambiente y recuperar variedades ancestrales.
Familia Torres
Un proyecto que no solo permite recuperar el patrimonio vitícola, sino que puede convertirse en una solución para afrontar el cambio climático es el de la Familia Torres. Y es que la bodega ha recuperado variedades que se creían extinguidas, capaces de resistir altas temperaturas y sequías. El proyecto de recuperación de variedades ancestrales lo inició la cuarta generación hace más de 30 años, aunque el haber llegado donde están es el resultado del trabajo de cinco generaciones.
Hoy, la última generación, con Miguel Torres Maczassek, como director general y su hermana Mireia, como directora de innovación y conocimiento, se centra en la elaboración de vinos procedentes de viñedos singulares y en la recuperación de variedades ancestrales catalanas, y de otras regiones españolas y chilenas.
Miguel Torres Maczassek reconoce que llegar hasta aquí ha sido todo un reto. “Es apasionante pensar que contribuimos a recuperar el patrimonio vitícola que existía en Cataluña antes de la filoxera a principios del siglo XX y que, al mismo tiempo, esas variedades que cultivaban nuestros antepasados podrían llegar a convertirse en una solución de futuro en un escenario de cambio climático”.
Interés enológico
De las más de 50 variedades que ha logrado recuperar, Familia Torres focaliza esfuerzos en seis de ellas por su alto interés enológico, como la Forcada y Moneu. Estas son las primeras variedades ancestrales que ha aceptado la DO. En este caso, las ha aprobado DO Penedès después de que el Ministerio de Agricultura y el INCAVI dieran su visto bueno. Familia Torres las ha implantado en sus viñedos con el fin de lanzar pronto al mercado vinos monovarietales de pequeñas producciones. “Desde hace años, hemos puesto el foco en elaborar vinos en viñedos singulares que expresan de una manera honesta el lugar de donde nacen, además de dar a conocer algunas de esas variedades ancestrales que hemos podido recuperar”, nos cuenta Miguel Torres Maczassek.
Y dice que en todo este tiempo, han adquirido “viñedos viejos para desarrollar proyectos singulares que continúen creando valor. Serán producciones muy pequeñas, y limitadas porque procederán únicamente de esos viñedos concretos”. Los hermanos Jaime y Miguel Torres fundaron la bodega Familia Torres hace casi 150 años con vocación exportadora, vendiendo vinos a granel a Cuba, y más tarde, a otros países.
La segunda generación inició la destilación de vinos para elaborar brandis. La tercera empezó a embotellar vino y potenció la exportación, después de reconstruir la bodega que había quedado parcialmente destruida durante la guerra civil. La cuarta generación, con Miguel A. Torres, presidente de Familia Torres, modernizó las técnicas enológicas con la fermentación en frío e introdujo el cultivo de variedades internacionales como la Cabernet Sauvignon en España, creando Mas la Plana en 1970. “Este vino y los otros vinos que conforman nuestra colección de Antología –Milmanda, Grans Muralles, Reserva Real y Perpetual - nos marcaron el rumbo gracias a la visión y tenacidad de mi padre. Nosotros tenemos muy claro que hay que seguir por ese camino. Y es lo que estamos haciendo. Además, tenemos la suerte de poder contar con un equipo de grandes profesionales que nos ayudan a conseguirlo”, comenta Miguel Torres Maczassek.
Familia Torres ha aunado tradición e innovación en la elaboración de vinos y brandis, trabajando para hacer frente al cambio climático, desde el viñedo hasta el transporte final.
Familia Torres está también presente Rioja, Ribera del Duero, Rueda y Rías Baixas-, y en las DO Penedès, Priorat, Conca de Barberà y Costers del Segre, así como en Chile y California. En total suma 2.432 hectáreas de viñedo en propiedad repartidas por tres países.