Por Alberto Matos
Algunas bodegas destacan las características únicas del entorno que las rodea, otras vinculan su narración con actividades complementarias y otras tantas se retrotraen a lo más profundo de sus raíces… Y, lo que es más importante, todas ellas logran dejar una impronta emocional en quien escucha sus historias.
Jean Leon, una historia de película
La vida de Jean Leon bien podría ser el guion de una película. Nacido en Santander en 1928 y bautizado como Ángel Ceferino Carrión Madrazo, los avatares del destino le llevarían a abandonar su ciudad natal rumbo a Barcelona junto a sus padres y ocho hermanos. No sería este el final de su periplo. Transcurridos algunos años cruzaría a pie la frontera de Francia, país en el que desempeñó todo tipo de trabajos y desde el que partió como polizón en un barco que no le llevó a Guatemala, como él creía, sino que acabaría atracando en Nueva York, donde se ganó la vida como recogeplatos y taxista. De allí marchó a Los Ángeles, ciudad en la que trabajó en un restaurante y adoptó, de manera ilegal, su nombre definitivo. Fue llamado a filas para combatir en la guerra de Corea y decidía por ello huir a México. A su vuelta trabajó, entre otros, en el local de moda Villa Capri, propiedad de Frank Sinatra y Joe Di Maggio. Y cambió su suerte.
Comenzó a codearse con lo más granado de Hollywood y acabó por entablar amistad con James Dean, con quien planeó la creación de un restaurante. La muerte del actor no le detuvo y acabó inaugurando La Scala, que se convirtió en epicentro de actores y políticos. Tras 12 años sin contactar con su familia, regresaba a Barcelona y adquiría en 1953 terrenos en el Penedès para revolucionar la viticultura local con la plantación de variedades francesas en las fincas Vinya La Scala, Vinya Gigi, Vinya Le Havre y Vinya Palau, conocidas a través de sus vinos. Tras ser diagnosticado de cáncer de laringe entregaba a Familia Torres su legado.