Por Alberto Matos, Director Editorial de Vivir el Vino
A finales de junio, a través de su sección “Wine, Beer & Cocktails” (Vino, cerveza y cócteles), The New York Times daba la bienvenida a la temporada estival rindiendo tributo al tinto de verano.
Bajo el título “No es verano sin un tinto de verano”, el artículo equiparaba la importancia de esta bebida tan nuestra con la que los franceses otorgan a los rosados de Provenza durante los meses de más calor. Además, recomendaba de manera implícita huir del dudoso gusto de los preparados tipo sangría que se venden fuera de España -también dentro, en los conocidos como tourist traps- y animaba al lector a elaborarlo en casa, prestando especial atención a la calidad de la corta lista de ingredientes empleados.
Comenzando con el vino, en España -describía- optamos preferentemente por variedades como la Tempranillo, la Garnacha o la Monastrell, robustas y tánicas. En cualquier caso, deben ser siempre vinos que estaríamos dispuestos a tomar solos en una copa, y no cualquier descarte que podría comprometer el resultado final. En cuanto a la gaseosa, sugería La Casera, aunque consciente de que no está disponible en todos los mercados, autorizaba su sustitución por otras sodas similares como el 7Up o el Sprite.
En un vaso lleno de hielo, proponía añadir a la mezcla también un chorrito de vermú para conseguir ese toque tan especial y característico de la versión que parece estar más extendida por nuestro país. Y como en Estados Unidos son muy aficionados a reinterpretar la culinaria internacional -no siempre de manera acertada, si no que se lo pregunten a los italianos- planteaba asimismo agregar un sirope casero a base de cáscaras de lima y limón marinadas con azúcar y sal.
Cuando vio la luz -quizás por la falta de noticias en verano o quizás huyendo de una precampaña electoral que todavía hoy no está resuelta-, algunos programas de determinadas radios y televisiones abrieron todo un debate que, en algunos casos, pujaba por situarse al mismo nivel del de la tortilla de patatas con o sin cebolla. Como cabía esperar, los más puristas no tardaron en poner el grito en el cielo ante tamaña aberración. Según ellos, este cóctel genuinamente hispano no hace otra cosa que desprestigiar al exclusivo y elitista mundo del vino. En fin.
Ya sabemos que el tinto de verano no es vino…, ¿y? Cuenta con el vino entre sus ingredientes, y eso es lo que debería importarnos. Es otra forma de consumirlo cuando en la calle hace 40 ºC y apetece algo fresquito. Los tiempos están cambiando y el mundo del vino se tendrá que ir adaptando, como hacen los demás… En realidad, ya lo hace. Y mucho más rápido de lo que lo hacen muchos de sus prescriptores. En este sentido, puede que el momento en el que los vinos sin alcohol y bajos en alcohol sean los verdaderos nuevos protagonistas esté más cerca de lo que pensamos. Y no pasará nada. Para todo habrá su espacio e igual que la cerveza en su día y los espirituosos ahora, el vino también tiene que vivir su propia revolución alcohólica -una más-, respaldada incluso por los consejos reguladores. Ese es también el deseo de Santiago Frías, presidente de Bodegas Riojanas, y así lo expresa en la entrevista que publicamos en este número, unas páginas más adelante.