Por Alberto Matos, director editorial de Vivir el Vino
La tendencia parece imparable. La denominada generación Z, esa nacida entre mediados de la década de 1990 y mediados de la década de 2010, no quiere beber alcohol. Al menos en el Reino Unido. En realidad, un 40% ha limitado su consumo, mientras que una cuarta parte no bebe nada. Nada.
Eso es lo que se desprende de un estudio publicado recientemente en la revista científica “Nature Mental Health”, que desvela además que los jóvenes de entre 16 y 24 años dan prioridad a su salud y asocian el alcohol con términos negativos como la ansiedad, la vulnerabilidad y la pérdida de control.
Entre otras cosas, el mencionado estudio vincula esa actitud con una menor socialización, derivada de la expansión de las nuevas formas de comunicación digitales, y con los posibles daños que determinadas fotografías publicados en unas redes sociales que pueden replicarlos de manera viral podrían ocasionarles.
Todo esto después de que la tasa de consumo de alcohol en aquel país alcanzara su punto álgido en 2004, cuando el conocido como “peak booze” elevaba las cifras a 9,5 litros por persona y año. Y es que aquellos tiempos ya pasaron, pues ahora las ventas de bebidas sin o con bajo contenido en alcohol se sitúan en torno a los 255 millones de libras (algo más de 300 millones de euros) y se espera que alcancen los 432 millones de libras en 2027 (más de 513 millones de euros). Esta situación está afectando a los pubs, cuyo número se ha reducido en una cuarta parte desde el año 2000. El vino tampoco sale indemne y tan solo el Prosecco y el rosado han conseguido elevar su consumo.
Los expertos también observan cada año un mayor seguimiento del denominado “Dry January” o “Enero seco”, una forma de vida que consiste en no beber nada de alcohol durante el primer mes del año para que el organismo pueda recuperarse de los excesos navideños. A esto se suma el hecho de que el Gobierno siga insistiendo en controlar todavía más la comercialización de alcohol, llegando incluso al punto de retirarlo de los escaparates de las tiendas especializadas.
Los niveles de restricción no se igualan aún a los del tabaco, cuya venta se prohibirá indefinidamente entre los nacidos después del 1 de enero de 2009 con una ley que entrará en vigor el 1 de enero de 2027, aunque ya hay quien apunta a que el alcohol será el siguiente. Con todos estos datos, parece que el turismo de borrachera en zonas como Salou, Benidorm o Magaluf, donde los británicos no consumen precisamente vino, podrían tener los días contados.
En cualquier caso, nuestro sector deberá adaptarse cuanto antes a esta nueva manera de entender la vida, ofreciendo otro tipo de productos más acordes a la nueva demanda. Si no lo hace ya, quizás sea demasiado tarde en un futuro.