Por Eugenia Rubio
La producción mundial de vino podría situarse este año en 250,3 millones de hectolitros (sin zumos ni mostos), de acuerdo con las primeras previsiones de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Sería una producción casi históricamente baja, solo ligeramente por encima de la obtenida en 2017, y convertiría a 2021 en el tercer año consecutivo por debajo de la media.
La importante caída en los tres principales países productores de vino –Italia, España y Francia- que representan el 45% del total mundial y casi el 80% de la producción de la UE, es el principal motivo del descenso a nivel global y es el resultado de condiciones climáticas desfavorables. Esa disminución se ve compensada en parte con el aumento previsto en el hemisferio sur y en Estados Unidos.
Durante la presentación de estos datos, el director general de la OIV, Pau Roca, subrayó que, más allá de la crisis generada por el Covid-19, el gran reto del sector es el impacto que va a tener el cambio climático. No cree, en cualquier caso, que el calentamiento global vaya a suponer un desplazamiento geográfico de las regiones vinícolas, por ejemplo más hacia el norte en Europa, porque la del vino es una actividad muy vinculada a su territorio. Además, hay otros elementos con los que se puede jugar, como las variedades de viña y las prácticas de cultivo.