
Por Alberto Matos
Flexi-Tank, revolución de materiales
Los depósitos fabricados generalmente en polietileno se han usado de manera tradicional en el “transporte de vinos en barco, normalmente entre destinos internacionales”, comenta Almudena Alberca. Su durabilidad se limita normalmente en estos casos “a un solo uso, pues su esterilización resulta difícil”.
Sin embargo, cada vez son más las bodegas que tanto en España como en otros países se han animado a utilizar este tipo de depósitos, conocidos como Flexi-Tanks, para la vinificación y crianza de sus vinos. Suelen adoptar también una forma ovoide, como los que utiliza Valtravieso (DO Ribera del Duero), pues elimina “la necesidad de hacer remontados, ya que la porosidad del material permite una microoxigenación controlada del vino y basta con un simple mojado del sombrero para evitar que se acetifique”. Además, su estructura facilita “la extracción de compuestos de una forma muy progresiva”. Se consiguen así “vinificaciones muy suaves”.
Como contrapartida, hay que tener en cuenta que “las microvinificaciones son más costosas y, a lo mejor, para ciertos vinos no se justifica su uso”. En la crianza, “el aporte de oxígeno –que, dependiendo del modelo, puede equivaler al de una barrica nueva o al de una barrica de segundo año- es constante durante toda la vida del producto”. Además, “no aporta aromas de madera adicionales”.
La bodega pretende así “que haya una crianza más larga”, especialmente en “ciertas añadas, ya que los procesos de microoxigenación consiguen estabilizar y afinar determinados componentes del vino”. El inconveniente, en esta ocasión, es que algunas denominaciones de origen “no siempre los permiten en todos los casos“.
También apuesta por los flexi-tanks Bodegas Montecillo, perteneciente a Grupo Osborne, que elige los de “baja permeabilidad para, únicamente, fermentar mosto blanco o rosado”. De esta manera “conseguimos un vino mucho más afrutado, que no precisa trasiegos abiertos en la fermentación”. Elige para ello depósitos de “pequeña capacidad (1.125 litros)” con los que “aumentar esas corrientes internas que favorecen la untuosidad y un mayor contenido de fruta en el resultado final”. Así elaboran su Montecillo Blanco Barrica, que antes de pasar a este recipiente de madera, realiza su fermentación alcohólica en los flexi-tanks; y, en parte, su Montecillo Rosé, “los dos vinos con mayor sucrosidad de nuestra gama”. En algún caso “también los usamos para las fermentaciones malolácticas de variedades tintas muy potentes, como la Graciano, o para fincas muy concretas de Tempranillo con gran contenido tánico”.