
Por Manuel Herrera
Propietario de Finca Herrera Vinos y Viña Española Consultoría
Se acercan unas Navidades raras, quizá más tristes, quizá más íntimas. Como siempre, habrá ausencias, y brindaremos por ellas, sin duda. Y también con los presentes, más distanciados –y espero- más comedidos. Serán Navidades más familiares y espirituales, que no espirituosas -aunque un poco también- para todos nosotros.
Supongo que abrirán un poco la mano y, seamos 6, 8 o 10, espero que nos comportemos de manera prudente y no nos tomemos el brazo por la mano para volver a estar peor.
Debemos, más que nunca en estas fechas especiales, ser un ejemplo de responsabilidad y generosidad para con los demás. Solo por respeto y agradecimiento hacia nuestros mayores, deberíamos serlo todos los días.
Habrá novedades, imaginativos mensajes y, sobre todo, inventos virtuales a la hora de los brindis y los discursos. El vino y la cocina de siempre serán, sin duda, los protagonistas. Descorcharemos y cocinaremos con más cariño si cabe este año. En este sentido me asaltan las siguientes preguntas: ¿será más asequible la cesta de algunos productos? ¿Cambiaremos menús este año?
Y lo que creo es que puede que elijamos vinos más sencillos o humildes, pero que los compartiremos mejor, nos miraremos más a los ojos y nos sabrán a gloria. Pero, ¿cómo sobreviviremos sin nuestro “cuñao”? Cuando les planteé esta misma pregunta a mi amigo y lector, Félix Martínez, y a su hijo Manu, también muy querido por mí, soltaron una carcajada que sin duda me animó. ¡Va por ti, Félix!
Cuñados y cuñadas, concuñados y concuñadas, y algún primo de nivel. Yo también soy cuñado, aunque no ejerzo últimamente demasiado… ¿Dónde quedarán esos grandes momentos entre cuñados? ¿Dónde quedarán este año?
El vino que trae el “cuñao” –“Cuñao”, a partir de ahora- siempre es mejor que el nuestro. Siempre es un descubrimiento, su descubrimiento. Solo uno de los muchos que atesora y comparte con nosotros. Es un vino incluso más saludable, que sienta mejor. “Cuñao” habla de sí mismo y de sus dotes culinarias sin parar… Del besugo de su abuela, del lechal de su madre y de cómo se hace una buena tortilla de patata o de lo bien que le salen las croquetas. “Cuñao” se sabe de memoria los tiempos de cocción del marisco y sabe darle un punto que tú no sabes darle. “Cuñao” bebe y zampa sin parar todo lo que su verborrea le permite. “Cuñao” te critica y hace que te escucha, pero te corta y sigue con lo suyo porque no le importa un carajo lo que tú
digas. Bebe vino y sonríe. “Cuñao” es FELIZ.
Los hay que hasta cuentan chistes y tararean el tamborilero mientras toman chupitos cuando acaban de dar su clase magistral. El primo listo, aventajado y soltero, coge las gambas más grandes hasta rebosar su plato con las cáscaras. Tiene la servilleta naranja y se ha “soplao” una botella entera de blanco.
¿Qué vamos a hacer todos si este año falta “Cuñado”? Propongo la hora del cuñado virtual antes de la cena de Nochebuena y de la Nochevieja.
Sacaremos todos nuestras tablets y, con una copa de vino en la mano, después de haber tomado otras dos para aguantar la conexión del tirón, debatiremos y discutiremos sobre marisco, corderos, vinos y dulces. De tradiciones, de la familia y de la vida… “Pues en mi casa no era así”, “nosotros nunca tomamos champán antes de los postres”, “yo, a la pularda la emborracho bien con coñac y, de paso…”. En fin, que en nada estaremos celebrando y cenando en familia, despidiendo este año horrible, recordando a todos los que se han ido y esperando una mejor añada con esperanza y fe. Mientras, el primo soltero que sí ha venido, sonríe, zampa y bebe ahora tinto sin parar hasta perder el sentido, balbuceando poco antes, con una lagrimilla que asoma: “Echo de menos a “Cuñado”, él sí que sabe…”.
Felices Pascuas a todos y feliz y próspero 2021. ¡Siempre con buen vino!