
Por Manuel Herrera
Propietario de Finca Herrera Vinos y Viña Española Consultoría
Este artículo iba a llamarse “La Clave”, pero os cuento. La historia es que estábamos charlando en una amable comida con mi amigo Javier Castro, el ‘Clint Eastwood de las Garnachas de Montes Toledanos’, y disfrutando de nuestra amistad more than 20 years ago. Comentábamos nuestras famosas catas en Entrevinos y en mi Cavatina, con los ahora genios del vino y de mucho más. Estábamos tan a gustito.
Tomamos un Burdeos viejo y unos gurumelos jóvenes en el mejor sitio del mundo para mí ahorita: Picones de María. Jorge Muñoz. Su cocina tiene mucha franqueza y desprende amor, y amistad. Fue hablar con Dios (de la manera que uno lo conciba) cuando probamos su salmonete mediano, macerado en base de sake, bien crujiente por fuera y con su salsa suquet al lado de unas corujitas.
Y hablando embelesados en nuestra grata conversación de rugby, baloncesto y vinos - que no es poco-, comentamos que no salió en tres horas la palabra “coronavirus”. Javier me hablaba de sus déjà vú, de otras vidas vividas y de reencarnaciones. Le escuchaba sin pestañear. Propuso reencontrarnos, y fijar una clave. Una clave para reencontrarnos y reconocernos en futuras vidas del vino.
Sería dar con una alguna palabra especial para poder reconocernos. Un santo y seña, una contraseña. Sin ella no podríamos comunicarnos en una siguiente vida (esperemos vinatera). Pero interrumpió mi artículo de la CLAVE, mi amiga Sara Noriega, genio y figura; estupenda amiga y fotógrafa de nuestros hijos futbolistas de división de honor (todo hay que decirlo) del C.D. Canillas. Y me dijo: “Dejaos ya de coronavirus y que Manolito nos traiga VINOVIRUS, que es lo que nos hace falta”.
Sara no bebe vino habitualmente, pero le encantó “la fruta y lo sabroso” de mi regalo vinatero navideño y ahí soltó la palabra clave, miren ustedes: ¡¡¡VINOVIRUS!!! Sobra decir que esto es grave o muy grave, que no hay que frivolizar para nada, pero vamos a intentar luchar un poco en nuestra insignificante existencia con besos y abrazos, aunque sea en casa, sin entrar en guantes, manos y mascarillas. Vamos más que nunca a tomar en casa un vino con todos los sentidos. En definitiva, a curarnos con VINO.
Si esto se pone mucho más serio, pues todos calvos, pero vamos a disfrutar y valorar las pequeñas cosas, aunque nos tengamos que besar por teléfono o decir un ‘te quiero’ algo más distante o distinto, pero que no falte una copa de vino en la mano. Ay..., ¡perdón Clint, se me olvidaba!... Tu palabra clave conmigo es: “SALMONETE”. Recuerden ustedes la suya, pero no para la siguiente vida, sino para esta de ahora, por favor. Con los amigos del vino no se puede perder un minuto.
Mucha salud y manden fotos a redacción en su ingrata y posible cuarentena, brindando con una copa de vino. Disfruten, por favor. Besos y abrazos virtuales.
Así se veía en nuestra revista.