Por Alberto Matos
Director Editorial de Vivir el Vino
Resulta duro escribir estas líneas desde el confinamiento que nos ha impuesto la maldita pandemia por coronavirus. Y mucho más, tratar de hacerlo con una actitud positiva, cuando aún no se ha alcanzado el temido pico de contagios y las malas noticias se suceden en el día a día de todos nosotros.
El COVID-19 continúa segando vidas y, a su vez, tambaleando la economía mundial a medida que avanza, con unas consecuencias aún impredecibles. Y el vino tampoco es inmune a esa masacre. El COVID-19 arrasa con todo. O con casi todo, porque si hay algo con lo que no ha podido -ni podrá jamás- es con el espíritu solidario de particulares y empresas que no han dudado en aportar su granito de arena para, de algún modo, contribuir a aliviar en algo la situación. Y entre estas últimas, las empresas del vino tampoco son excepción.
Reconforta descubrir cómo espontáneamente, aquí y allá, van surgiendo iniciativas altruistas de las que sentirse orgullosos. Son muchas y es muy probable que surjan más a partir del cierre de esta edición. Una de las primeras partía del seno de la bodega jerezana González Byass que, a través de un breve comunicado, anunciaba la cesión de sus intalaciones de Chinchón (Madrid), Jerez de la Frontera (Cádiz) y Tomelloso (Ciudad Real), para la fabricación y suministro de alcohol sanitario y gel hidroalcohólico.
Paralelamente, Grupo Marqués del Atrio, radicado en La Rioja, conseguía para las autoridades sanitarias un lote de 10.000 mascarillas, obtenidas gracias a sus frecuentes relaciones comerciales con China. Y en aquellas mismas tierras, La Rioja Alta hacía entrega de 4.000 unidades de guantes y una decena de batas desechables al Hospital San Pedro de Logroño.
Por su parte, el grupo Zamora Company, propietario -entre otras- de bodegas como Ramón Bilbao y Mar de Frades, aportaba a la causa un total de 400.000 euros, destinados a entidades como Cruz Roja, Cáritas o la Fundación Banco de Alimentos.
En otra línea diferente, bodegas como la ribereña Emilio Moro o la riojana Gómez Cruzado ofrecen, desde que se decretó el estado de alarma, diferentes descuentos en sus vinos a través de sus respectivas tiendas online con el único fin de hacer más llevadera la cuarentena. Un objetivo compartido también por Dehesa de los Canónigos, que celebra catas virtuales con las que recaudar fondos desde su sede en Pesquera de Duero (Valladolid).
Cada uno aporta lo que buenamente puede y, en el caso de la cambadesa Martín Códax, la ayuda se ha materializado a través de sus tractores y fumigadoras que, siguiendo la estela de otros muchos agricultores anónimos, ha puesto a disposición de las localidades de su entorno para desinfectar las calles.
España es solidaria y el sector del vino también lo es. Y aunque el sol amanezca ahora cubierto por nubarrones negros, el cielo se despejará. Sin duda. Y será entonces cuando volveremos a brindar...