Bodegas Menade abría sus puertas en 2005 y este año celebra su 200 aniversario por todo lo alto. Un rápido cálculo mental y las cuentas no salen… Todo comienza a cobrar sentido cuando descubrimos que el vínculo de la familia Sanz con el mundo del vino se remonta a 1820, año en el que comenzó a cultivar sus propias viñas en diferentes localidades vallisoletanas, hoy adscritas a la DO Rueda. En uno de esos municipios, La Seca, excavaba también la roca para construir una bodega subterránea, actualmente en uso y conocida como Menade by Secala.
La sexta generación de la familia Sanz, representa por Alejandra, Marco y Richard, decidía, hace 15 años emprender su propio camino, edificando una bodega en Rueda que toma como base el legado de sus antepasados: el cariño por la tierra, su entorno, sus tradiciones, su cultura y su historia.
Menade también toma como base la Verdeja, una variedad de uva documentada ya en el siglo XIII y que, en su caso, procede de sus propias cepas centenarias, plantadas por sus ancestros. Hoy se cultivan según los preceptos de la viticultura tradicional sobre los cimientos de la
experiencia, la investigación, la tecnología y las labores preventivas con infusiones naturales aromáticas u ozono. Con tal objetivo, los animales de la Granja Menade, en alianza vital con el ecosistema, resultan clave en la obtención de unos vinos ecológicos y ligeros, que son fiel reflejo del clima, el suelo y el carácter de la añada.
Son, en definitiva, vinos de paraje originarios de parcelas arcillosas, arenosas, pedregosas y calcáreas que se ubican a más de 750 metros de altitud y que se elaboran de una manera sostenible, desde el campo hasta la bodega. Así obtiene elaboraciones históricas de blancos con crianza biológica y oxidativa, que perfuman el subsuelo de La Seca, y de blancos de larga guarda, que se afinan con el paso del tiempo. Son vinos en estado puro, sin maquillaje, que recuerdan a los emocionantes días de vendimia.
La coherencia, la armonía y el equilibrio son los principales elementos empleados para retornar al origen después de dos siglos.