Por Alberto Matos
La familia Barbadillo -conocida en el mundo entero por la excelencia de sus vinos de Jerez- decidía retornar a sus orígenes burgaleses en 1997. Y no lo hacía solo para rememorar tiempos remotos, que también, sino para producir sus propios Ribera del Duero en plena milla de oro de la denominación de origen.
Desde entonces, una pequeña bodega boutique, bautizada como Vega Real y ubicada en el término municipal de Castrillo de Duero, se nutre de los mejores viñedos de la zona. Unos viñedos cultivados con mimo por los mejores viticultores locales, que destinan su producción en exclusiva a la bodega. Y es con esas uvas con las que elabora sus ya clásicos Vega Real, Vaccayos y El Empecinado.
Fue precisamente esta última referencia la que nos llevó a un reducido grupo de periodistas a descubrir in situ todos los secretos de la bodega. Y es que este año se cumplen 100 años de la muerte del considerado segundo mejor escritor de la literatura española, Benito Pérez Galdós, quien dedicó una de las novelas de sus conocidos Episodios Nacionales a Juan Martín Díez, un héroe de la Guerra de la Independencia Española conocido justamente como El Empecinado.
Era aquel un personaje de piel oscura, que se antojaba manchada de “pecines”, como se conoce en la zona a los lodos del lecho de los arroyos. De ahí el nombre. Luego, su personalidad obstinada daría otra acepción al adjetivo.
Y como homenaje, Vega Real toma prestado ese apodo para elaborar un crianza de Tinta del País (Tempranillo), obtenido de viñedos de entre 20 y 40 años y que ha sido criado en barricas de roble. Unas barricas que se renuevan cada 3 o 4 años y que en buena parte son responsables del magnífico resultado final.
Estos y más detalles fueron desvelados junto a uno de los viñedos a la orilla misma del Duero y durante una visita a las instalaciones que culminó con un showcooking “mar y montaña” a cargo de los chefs de los restaurantes gaditanos El Alférez (El Palmar de Véjer) y El Rancho de la Aldegüela (Torrecaballeros), que nos obsequiaron con cuatro platos elaborados a base de atún de almadraba y lechazo. Todo ello maridado, como no podía ser de otra manera, con esos vinos tan exclusivos de la Ribera del Duero que con mimo elabora un equipo de apenas cuatro personas casi de manera artesanal.
El mismo equipo que también se sale de los dominios de la denominación ribereña para incursionar en Rueda con la elaboración de un blanco, en este caso, comercializado como Vega Real 100% Verdejo.
Todo un descubrimiento. Desde 2007, Barbadillo también es propietaria de un 76% de Bodega Pirineos, una de las precursoras de la DO Somontano.