Por Alberto Matos, director editorial de Vivir el Vino
Parafraseando a nuestro colaborador Jesús Rivasés, quien a su vez parafraseaba en su última columna de opinión a Steven Spurrier y su ya legendario “Juicio de París”, en el que los vinos de California ganaron por goleada a los franceses en una cata a ciegas organizada ad hoc en 1976, me voy a referir a la última edición del concurso internacional Grenaches du Monde (Garnachas del Mundo) como el “Juicio de Cebreros”.
La actual pandemia obligaba a dividir su habitual sede única itinerante entre cuatro sedes diferentes, establecidas en Châteauneuf du Pape y Perpiñán (Francia), Ascoli Piceno (Italia) y la localidad abulense de Cebreros. En esta última tuve el honor de participar como miembro del jurado, junto a otros periodistas, sumilleres, compradores, distribuidores y enólogos.
En este caso, también mediante rigurosa cata a ciegas, los participantes de la mesa que me fue asignada pudimos degustar diferentes tipos de vinos elaborados con uvas de la variedad Garnacha, en porcentajes del 85% y del 50%. Había blancos, tintos, rosados y dulces. Unos destacaron por su excelencia y los más, por qué no decirlo, resultaron bastante mediocres. La muestra era muy pequeña en comparación con los cerca de 1.000 vinos que pudieron catar las diferentes mesas en las cuatro sedes. Pero, una vez conocidos los resultados finales, podría decirse que fue muy representativa y, de algún modo, extrapolable al conjunto.
Concluida la jornada y, ya a modo de curiosidad, fuimos preguntados por nuestros vinos más puntuados y por las zonas de producción a las que creíamos que pertenecían. Por unanimidad, los rosados mejor valorados fueron vinculados con el sureste de Francia, y más concretamente con la Provenza. Por su parte, los blancos se ubicaron más al norte, en las riberas del Ródano; mientras que los tintos se relacionaron con la isla italiana de Cerdeña.
La sorpresa llegaría cuando su verdadero origen fue revelado. Resulta que todos ellos eran españoles, de zonas como Somontano, Calatayud, Campo de Borja, Cariñena, Priorat, Terra Alta, Empordà, Montsant, Penedès y Costers del Segre. El palmarés revelaría más tarde que también habían resultado galardonados vinos procedentes de otras regiones españolas como Rioja, Valencia, Navarra, Madrid y Almansa.
Así, del total de 210 medallas de oro concedidas entre los vinos con un mínimo de 85% de Garnacha, 121 fueron a parar a manos de bodegas nacionales. O, lo que es lo mismo, nuestro país recibió casi el 58% del total. Por su parte, de las 103 medallas de plata otorgadas, 58 se quedaron en España. Es decir, algo más del 56%.
Cebreros, municipio anfitrión de una de las sedes, recogió 8 medallas de oro y 3 de plata. Nada mal, teniendo en cuenta no solo su pequeña superficie y su escasa producción, sino la presencia de competidores tan duros como Francia e Italia que, junto con España y otros países mediterráneos de manera más minoritaria, acaparan el 93% de la superficie mundial de viñedo de Garnacha.