Por Arantxa Noriega
J. Chivite Family Estates es una bodega con una larguísima historia. De hecho, para hablar de sus orígenes nos tenemos que remontar a la legendaria España de Felipe IV, año 1647. Desde entonces, once generaciones Chivite han pasado el testigo de la tradición vinícola navarra. Su actual presidente y último de la saga, Julián Chivite López, nos cuenta las razones de este éxito perseverante: “cada generación ha portado su grano de arena, y hay que agradecerles a todos el mérito”. Aclara que una constante en todo este tiempo ha sido “el trabajo con vocacion exportadora”.
Relata que “la bodega inicia de venta de vino a Francia en 1860, cuando en aquel momento nadie lo hacía”. Claudio Chivite aprovechó la oportunidad que brindaba la crisis de los viñedos franceses y comenzó a exportar su vino para cubrir la repentina demanda en el norte. “No sé cómo lo hacía pero el caso es que llegaba a Bayona y a Burdeos antes que los demás. Para subir el empinado puerto de Belate contrataba a pie de puerto una mula más, y tenía tres galeras que iban y otras tres que volvían”, relata Julián Chivite. A partir de ahí la familia se fue haciendo una clientela porque, además, siempre ha contado con viñedos, bodega y fonda (que más tarde se convirtió en parador).
“Mi abuelo, mi padre y yo hemos vivido cuidando la viña, elaborando vino y dando de comer y beber a los clientes”, recuerda. Y en todo estos años, hay datos curiosos: “tenemos constancia que desde la bodega se suministraba ino a las tropas de Napoleón, en su retirada a Francia”, explica.
Embotellar el vino, un salto cualitativo en 1956
Julián Chivite habla de los dos grandes acontecimientos que vivió la empresa: en 1872, “mi bisabuelo levantó la bodega actual en Cintruénigo (Navarra), y posteriormente mi padre, en 1956, empezó a embotellar el vino. Este fue un salto cualitativo importante y había que ser valiente para hacerlo. A partir de ahí, la exportación se fue extendiendo a otros mercados como EEUU o Reino Unido”.
Otro dato de suma importancia que viene a demostrar su vocación exportadora es que la bodega aparece en el Registro General de Exportadores con el número 220 en el listado general de empresas en España, no solo de vinos. “Es cronológico y para ser exactos tenemos el número 120, ya que luego añadieron 100 números más para las empresas del Instituto Nacional de Industria (INI) y nos tocó el 220”.
La bodega se ha ido adaptando a las nuevas tecnologías; para ello -afirma Chivite.- “hemos viajado mucho a ferias y hemos intentado aprender lo que ocurría en otros países ya que aquella España no estaba a la última en tecnología”.
Como proyectos, Chivite destaca tres de sus vinos estrella: ‘Las Fincas Rosado’, con el que ha llegado a una alianza con Arzak, la tercera añada de un coupage de garnacha y tempranillo. Las Fincas Dos Garnachas, con variedades Garnacha Blanca y Garnacha Tinta: un blanco con alma de tinto en botella joya casi negra. Y para septiembre tiene preparada otra sorpresa, Garnacha 2015, que define como “espectacular”, de la finca Lagardeta, en Tierra Estella.