Por Raúl Serrano
Como parte indispensable del reportaje sobre el clarete, realizamos una completa cata de algunos de los vinos que, en cuerpo o en alma, consideramos "claretistas". Una exhaustiva selección de claretes españoles, fruto de la recuperación de esta manera tradicional de elaborar que ha resurgido con fuerza y que hemos dividido en diferentes apartados, según su filosofía.
CLARETES CON AIRES DE ROSADOS
Torondos Clarete 2022. Bod. Torondos. DO Cigales
Torondos, Coperativa de Cigales desde 1957, asombra con sus 120 depósitos subterráneos de hormigón. Pero hoy el protagonista es su clarete, que cuenta con una soberbia y bien ensamblada juventud, con aromas de fruta fresca, floral y agreste y ligeros recuerdos de caracol de regaliz rojo. Boca que, aún siendo ligera y fresca, mantiene con viveza y potencia la parte más vegetal del vino. Tiene una buena acidez y un final medio, manteniendo un complejo coupage de Tempranillo, Garnacha gris, Garnacha tinta y Albillo.
Protos Clarete 2022. Bod. Protos. DO Cigales
Protos elabora nada menos que un rosado, un rosé y este clarete que, está claro, se defiende por sí solo. Vino de zona y de siempre, fresco, frutal, con aromas de fresón silvestre, granada, naranja sanguina y una agradable parte floral, junto a un fondo de gominola de mora y herbáceos suaves. Boca que mantiene el frescor de la nariz, muy agradable en todos los sentidos, sobre todo cuando buscas este tipo de vino. En resumen, un vino de fruta, con una parte floral y ligeros toques golosos que le dan finalidad de disfrute.
Liala Clarete 2020. Bod. Sinforiano. DO Cigales
Podríamos describir este clarete como un vino "como lo elaboraban nuestros abuelos", con la antigua técnica de elaborar variedades blancas y tintas de un mismo viñedo, un legado que hoy en día vuelve a cobrar forma. Pero es que, además, Liala Clarete es un rosado complejo y elegante, gracias a la selección de sus ocho variedades divididas al 50% entre blancas y tintas y a su viñedo de más de 80 años.
Es un clarete de aromas sutiles, limpio, equilibrado, donde la fruta arropa al vino y la parte agreste se hace presente en todo su agradable recorrido. Tiene una larga acidez que afina al vino y lo hace sobrio y elegante. Un vino gastronómico, “de mesa y mantel”.
Clarete de Luna 2022. Bod. César Príncipe. DO Cigales
Pura imagen de los claretes en Cigales, el Clarete de Luna es el buque insignia de César, un vino homenaje a aquellos que elaboraban sin disponer de viñas. Vinos creados para sostener una faena o para acompañar un guiso merecido. A día de hoy este clarete sobrevive siendo un vino franco, fresco y directo, sin complicación alguna y buscando la saciedad de un buen momento y mejor trago. Fruta, notas herbales, de buena acidez y de justo final. Un buen vino para todos y para cualquier momento del día.
Viña Pilar 2020. Bod. Félix Callejo. DO Ribera del Duero
Sin entrar en el debate de rosados/claretes, cuando una bodega tiene esa tradición de vinos/viñedo/elaboración, el vino responde por sí solo, y así pasa con Viña Pilar. Qué mejor homenaje a una madre que hacer algo bueno y con el que disfrutar, así de simple. Todo lo que lo rodea tiene su porqué: variedades, crianza de 18 meses sobre lías en huevo de hormigón... Nariz exuberante, que te atrapa desde el primer golpe de aromas, junto a la fruta escarchada, frutos secos, flores marchitas, mineral e incluso con unos tenues y complejos hidrocarburos. Boca amplia, jugosa, con estructura, sápida, de larga acidez, ligeramente grasa, de trago largo y persistente final.
Pícaro Del Águila 2021. Bod. Dominio del Águila. DO Ribera del Duero
Años atrás cualquiera que paseara y hablara con la gente de la Ribera del Duero te diría cómo se hacían y bebían los claretes que a día de hoy parece queremos recuperar, eso sí dándoles un punto muy personal . Este vino es uno de ellos, con un plus diferencial. De intensidad media, destaca una ligera mezcla de fruta roja y fruta escarchada, con los recuerdos de regaliz, flores blancas, palolú y un fondo vegetal con recuerdos de tierra y zarcillo, bien arropados por su crianza. La boca es fresca, sápida, con un ligero toque rudo o rústico, de trago largo y glicérico, muy buena acidez y final largo, con recuerdos de aceites esenciales y piel de almendra.
TINTOS CON AIRES DE CLARETE
El Paisano de Tares 2021. Bod. Dominio de Tares. DO Bierzo
La primera vez que caté este vino fue en el 20 Aniversario de Dominio de Tares y con ello llegó de nuevo el beber del porrón, algo que espero nunca perdamos. También nos trasladó a esos claretes con cuerpo (y color) de tintos. Un vino (tinto o clarete, como cada uno crea oportuno) muy cercano, muy de fresqueo y diversión, de fruta viva y directa al paladar, de golosinas, de palote de fresa, floral y sin olvidar una ligera parte vegetal y agreste. En tierras bercianas el conjunto de variedades plantadas en un mismo viñedo era algo habitual, y mezclando tintas y blancas y con una crianza en "cubetos" de roble, surgían estos vinos. Boca con fruta, perfectamente equilibrado, con un ligero recuerdo a los caramelos de violetas. Mantiene la parte floral, muy buena acidez y un final medio pero muy fresco.
5/4 2020. Bod. Más Que Vinos. VT Castilla.
También en estos enredos de tintos con alma de claretes, o de rosados, pero con alma, Gonzalo de Más que Vinos nos invita a disfrutar sin miramientos de su 5/4 .Un vino disfrutón, de fresqueo y uno de los mejores ejemplos de cómo no complicarte la vida para hacer un producto para todo el mundo. Malvar, Airén, Garnacha y Tempranillo, a lo que sumamos que está co-fermentado en ánfora. Insisto, el resultado es bueno, con aromas frescos, de potencial de fruta, de ricas notas de regaliz y florales. De boca sápida y fresca, ligera y fácil de beber, buena acidez y un ligero final que no hace otra cosa que invitarte a la segunda copa.
ROSADOS CON AIRES DE CLARETE
Le Rosé 2020. Bod. Antídoto. DO Ribera del Duero
Mitad Tinta Fina y mitad Albillo es el coupage de este vino de prensado directo con racimos enteros y hecho con la filosofía de ser uno de los grandes entre los grandes, Magnífico en nuestra Guía Vivir el Vino 2023, siempre ha tenido ese punto de clarete en su máxima expresión. En esta añada Le Rosé vuelve a dar espectáculo. Más fresco, sin perder madurez ni contundencia, que ambas las mantiene. Pero no solo es el poder y la presencia de su fruta, es su parte mineral y su agradable crianza la que te envuelven entre notas especiadas, balsámicos, etc. Y después, el segundo acto, con una entrada en boca donde es directo, amplio, de trago largo y ancho, con su carga frutal y sus notas terrosas, que envuelven al vino junto a una perfecta y equilibrada acidez. Final largo y de futura longevidad.
Tres Navíos 2021. Bod. Tres Navíos. VT Castilla y León
Ya lo comentamos en la revista de diciembre, este rosado, como se anuncia en la botella, te atrapa desde el primer golpe de vista como lo haría un clarete, pero es que tanto en nariz como en boca se reafirma como tal. Y es que hay vinos rosados que tienen "alma" de clarete, por ese toque de elaboración, de selección de variedades y por esa parte mágica que se alía para que disfrutes. Fruta fresca acompañada de la sutil parte de variedades blancas, que hace que el conjunto del vino sea el idóneo. Poco más se puede pedir a un clarete con aire de rosado de calidad, o al revés.
Remolón 2022. Bod. Traslanzas. DO Cigales
Remolón entra perfectamente en el concepto de lo que podría ser un clarete de calidad, también un rosé de los que ahora se demandan, o un rosado con carácter, al que hay que darle tiempo, como indica en su nombre. Lo que está claro es que su viñedo centenario, donde conviven Tempranillo, Albillo, Garnacha y Viura da como fruto un gran vino.
De justa potencia, brinda el protagonismo a la complejidad, es un vino de sutil finura, que “remonolea” un poco. Pero todavía es temprano, todo llega: fruta viva y pensamientos azules, un toque vegetal y mineral, buen recorrido, muy buena acidez y un final largo y persistente.
Dominio del Pidio 2021. Bod. Dominio del Pidio. DO Ribera del Duero
Regresar a los orígenes en lugar de ignorarlos, es el lema de Dominio del Pidio, y responde a su inquietud por recuperar costumbres, viñedos, variedades, elaboraciones, etc. que además hoy en día tanto se demanda. Junto a su blanco de Albillo y su tinto, cabe destacar este rosado, que tengo que decir me parece cambiante año tras año, algo que me gusta.
Con carácter, con mucha personalidad, la fruta y crianza conviven en perfecto equilibrio y se desgranan en cada giro de copa en forma de fruta fresca y notas de suaves tostados. La boca es la de un rosado con estructura y fuerza vertical, que se vuelve frutal y aterciopelado a mitad de boca gracias a una considerable acidez. Final largo y especiado.