“Recientemente se han incrementado las ventas de cava en Corea, porque no es un producto demasiado caro y ofrece buena calidad. En realidad, ¿no es ese el papel de los vinos españoles?”
Por Alberto Matos
A diferencia de lo que sucede en Europa, donde la definición de vino está regulada, en Corea del Sur podemos encontrar que, bajo ese mismo término, también se definen elaboraciones alcohólicas a base de manzanas, melocotones, frambuesas y otras muchas frutas.
Y es que la cultura del vino, tal y como en occidente la conocemos, comenzaba a forjarse hace apenas 20 años. Dos décadas en las que su consumo se está incrementando exponencialmente en un mercado ávido de novedades donde, lamentablemente, los vinos españoles continúan arrastrando la etiqueta de “baratos y de buena calidad”.
Hablamos sobre estos y otros asuntos con Hongsik Kwon, presidente de la Asociación Coreana de Sumilleres.
¿Cuándo y cómo comenzó la relación de Corea del Sur con el vino y su consumo?
Responder a esta pregunta es un poco complicado, pero intentaré hacer un resumen. Tradicionalmente y durante mucho tiempo, Corea ha elaborado vino a partir de uvas silvestres. Eso es al menos lo que los historiadores afirman cuando vinculan ese hecho con la introducción de los vinos occidentales hace ya 1.000 años a través de la ruta de la seda.
Cuando el arroz era un alimento básico y no había suficiente, estaba mal visto que se empleara para producir alcohol. Por eso, el Gobierno comenzó a recomendar la elaboración de vino a partir de diferentes frutas.
Creo que sería acertado decir que el mercado del vino en Corea comenzó a tomar forma en 1977, coincidiendo con el lanzamiento de MaJuang, la primera marca de vino del país que, para su elaboración, utilizaba uvas importadas de la variedad Riesling.
No obstante, no podemos hablar de una cultura del vino en Corea hasta 2002, año en el que las mejores condiciones económicas propiciaron la aparición de clubs de vino online.
No mucha gente sabe que Corea del Sur cultiva viñedos y elabora sus propios vinos. ¿Cuál es el perfil del vino surcoreano? ¿Se inspira en algún estilo concreto?
Como ya he comentado, en Corea se cultivan diferentes tipos de uva desde hace ya 1.000 años. Entre ellas, la Vitis coignetiae es la más representativa.
Mi país cuenta con una cultura de “gayangju” (elaboración casera de licores para consumo propio) muy desarrollada. El yakju, el takju y el soju destilado se elaboraban con diferentes ingredientes, aunque el principal es el grano de arroz.
Con estas referencias, es lógico deducir que el vino coreano se elaboraba a base de arroz fermentado, al que se añadían uvas que se sometían posteriormente a una segunda fermentación.
Corea es un país que produce una enorme variedad de frutas ácidas con un alto contenido en azúcares. De este modo, además de uvas, en la elaboración de vino también se emplean manzanas, caquis, moras, melocotones, bayas de omija, albaricoques, cerezas y frambuesas. Todos ellos son considerados vino.
En cualquier caso, los vinos elaborados con frutas distintas a la uva representan alrededor de dos quintas partes del total de vino producido. Una cifra que se sitúa al nivel de otros países de la zona, como China y Japón.
¿Cómo puede ser que una bebida alcohólica elaborada con frutas distintas a la uva sea considerada vino?
Esto es así porque el sistema de tasas surcoreano no clasifica el vino de uva en una categoría propia, sino que lo incluye en la categoría de licores de frutas, de modo que no existen estadísticas precisas. Las estimaciones dicen que el vino de uva representa entre el 1% y el 2% del total de vinos de frutas.
Creo que es importante recalcar que el primer vino comercializado en el mercado surcoreano fue el de manzana y que no fue hasta la popularización del vino de uva a comienzos del siglo XXI cuando comenzaron a elaborarse con uvas como la Campbell o la Muscat Baily A, especialmente en las regiones de Yeongdong, Muju y Yeongcheon.
A estas variedades poco a poco se están sumando otras internacionales como la Chardonnay, la Cabernet Sauvignon y la Merlot, que se emplean en los coupages.
La mayoría de elaboradores surcoreanos también son pequeños agricultores que producen y venden su vino ellos mismos a través de un sistema que apenas admite negociaciones. Es por eso que el sector del vino surcoreano no puede recibir el calificativo de industria, aunque es verdad que está creciendo rápidamente.
A esto contribuye que los consumidores buscan vinos coreanos de calidad, y ello está provocando que los productores introduzcan cambios para elaborarlos según los estándares de calidad internacionales.
¿Cómo lo consumen habitualmente?
Los consumidores coreanos se están iniciando ahora en la cultura del vino. El consumo crece muy rápido cada año y el hábito de disfrutar del vino en diferentes lugares y circunstancias se está forjando ahora, aunque todavía está en pañales.
Hemos podido observar que, tras la Covid-19, la cultura del vino se está extendiendo a pasos agigantados entre las generaciones más jóvenes, especialmente entre las mujeres, y que la importación de vinos diferentes también está creciendo al mismo ritmo. Asimismo, la costumbre de tomar vino con las comidas en casa o durante el tiempo libre tras la jornada laboral también comienza a afianzarse.
Ahora es frecuente empezar las comidas con un vino, sobre todo si se trata de cocinas occidentales, como la italiana o la francesa, aunque es verdad que cada vez más establecimientos especializados en cocina coreana también ofrecen vino. Y no solo eso, la gente se desplaza desde los restaurantes a otros lugares para seguir bebiendo vino.
En 2021, el consumo de vino per cápita fue de 1,86 botellas, según el Análisis de Mercado del Vino de Importación, elaborado por Jesse Jeong.
¿Qué buscan los consumidores surcoreanos en un vino?
Bueno, aunque es cierto que los vinos ecológicos y veganos están ganando popularidad, también lo están haciendo los vinos convencionales.
Personalmente, pienso que el consumidor coreano se deja llevar por otros aspectos como el etiquetado, la marca, el precio o la región productora, entre otros tantos. Los consumidores comparan cada vez más los precios y se dejan llevar por las reseñas de los expertos, usando para ello aplicaciones como Vivino y WineSearcher.
¿Cuál es el precio medio de una botella de vino en los lineales surcoreanos? ¿Cuánto se incrementa en los restaurantes?
El precio medio en los puntos de venta al público oscila entre los 10 y los 15 euros. Si restamos los elevados impuestos que se aplican en Corea del Sur, vendrían a ser como 6 o 10 euros.
En los restaurantes, por su parte, el precio varía entre los 50 y los 70 euros. Algunas personas buscan vinos de mayor calidad, pero normalmente los suelen comprar en los puntos de venta al público.
¿En qué rango de precios se sitúan los vinos españoles?
Suelen situarse en la media. Creo que, con sus precios razonables, irán ganando en popularidad, al igual que lo están haciendo los vinos franceses e italianos más caros y los chilenos y argentinos de precios moderados.
En los países occidentales, los nuevos consumidores empiezan normalmente a iniciarse en la cultura enológica con vinos más sencillos, pero en Corea de Sur empiezan con los vinos más complejos. ¿Por qué sucede esto?
Creo que es por el tipo de cultura vitivinícola, que todavía no está madura y se centra en los vinos de mayor calidad.
La gente con posibilidades económicas fue la que principalmente inició esta cultura y ahora son las generaciones más jóvenes las que están sumándose a esa tendencia.
Pese a todo, también es cierto que desde hace algunos años se observa una tendencia al alza en el consumo de vinos más jóvenes.
¿Qué papel desempeña el vino español en tu país?
La verdad es que no hay mucha información sobre los vinos españoles en el mercado surcoreano por lo que, comparados con los franceses, italianos, australianos y chilenos, los consumidores no los conocen mucho.
Sin embargo, con el aumento de las importaciones de vinos de bajo coste procedentes de La Mancha y el sur de España, el número de personas que están conociendo estos vinos está creciendo rápidamente.
Recientemente se han incrementado las ventas de cava en Corea, porque no es un producto demasiado caro y ofrece buena calidad. En realidad, ¿no es ese el papel de los vinos españoles?
¿Qué tipo de vinos importa y qué marcas son las más conocidas?
Según una encuesta realizada durante el verano de 2020 por Wine Intelligence, Corea es el segundo mercado más atractivo para el vino, solo por detrás de Estados Unidos. Es un país que, pese a preferir los vinos tintos, también importa vinos blancos, espumosos y, más recientemente, también dulces.
Aquí podemos encontrar todas las grandes marcas norteamericanas, italianas y francesas. También muchas más pequeñas, que están ganando popularidad últimamente.
Respecto a los vinos españoles, lo cierto es que no son tan populares. Las más conocidas son, sin duda, Miguel Torres y Marqués de Riscal.
¿Qué consejos daría a los productores españoles que quieran exportar sus vinos a Corea del Sur? ¿Cómo pueden competir con otros países?
Pienso que la marca España debe ser promocionada con más fuerza, así como sus diferentes zonas productoras. Para ello, el Gobierno español debería invertir más.
Es cierto que en años recientes se han celebrado algunos seminarios sobre el vino español, pero creo que no tantos como los que han celebrado otros países.
También es necesario realizar campañas de marketing a través de redes sociales como YouTube, aunque lo primordial es incrementar el número de contactos que vienen directamente desde las bodegas españolas para encontrarse con los consumidores surcoreanos.
Han pasado ya 20 años desde que comenzara a forjarse la cultura del vino en Corea, un producto que se percibe y reconoce como un nuevo placer en la vida. Sin embargo, es verdad que es mucho más caro que en las regiones productoras de origen, porque los impuestos aplicados a los vinos importados alcanzan el 76%.
Pese a todo, esperamos que en 2022 las importaciones representen más del doble de las registradas en 2020. Corea se está enamorando del vino.
Por su parte, el vino coreano también está mejorando la calidad y, por eso, el número de consumidores nacionales también se está incrementando.
Cuando estoy triste, feliz, cansado…
Cuando visito cualquiera de ellos, me apetece siempre una copa de vino.
¡Vamos!
Pan y queso.
La magia de que los recuerdos del vino traigan otros recuerdos.